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Clústers y Clustercillos

23/04/2009

Ayer tuve ocasión de escuchar a Lluís Ramis de Cluster Development en el CIDEM hablando de clústers y aprendí mucho, Ramis sabe de lo que habla y es un consultor inteligente. La primera es que hay conceptos que atraen cómo paneles de rica miel. Al final el concepto clúster casi se usa para identificar cualquier tipo de agrupación empresarial. Ramis insiste que el vector negocio es la clave que da sentido a unos clústers que básicamente tienen como fin último incrementar la competitividad de las empresas que lo componen. Pero hay muchos otros vectores, el de los proveedores de una empresa tractora, el transversal o territorial que agrupa a empresas de un territorio, o el de la simple duplicación de asociaciones patronales o gremiales clásicas para aprovechar subvenciones. Es decir hay clústers y “clustercillos”. Pero encontrar clústers que hayan nacido y se hayan desarrollado al margen de la administración no es nada fácil. A veces, tengo la tentación de pensar que los clústers son un sistema para que desde la administración se pueda leer e intervenir en la realidad más que expresiones de lógicas de competencia – cooperación salidas de la economía real. Otras veces, es cierto que responden a realidades muy consolidadas. Ramis citaba al clúster de la cerámica de Castellón como un ejemplo de clúster paradigmático. He escuchado otras veces a Joan Martí, que es un experto de primer nivel y un potente comunicador, hablar de otros clúster solventes, como el de la carne de la comarca de Osona. Pero, por desgracia, se abusa a menudo del concepto y se pretenden dibujar clústers sobre realidades que tienen muy poco que ver con empresas que comparten segmentos de cadena de valor de una familia de productos o servicios. No me quiero hacer pesado con lo del mimetismo, pero hay muchos clúster que solo han aparecido por mimetismo, porqué es moderno clusterizar la realidad, tenga sentido o no. Al final, pregunto a Ramis por los resultados y me confirma la dificultad de determinar indicadores de impacto. El verdadero impacto de los clúster es aumentar la competitividad de las empresas. Por ello, el impacto real de la actividad de los clúster se metaboliza en las cuentas de resultados de las empresas del clúster más que en que se constituya una estructura que capta subvenciones. El beneficio de un clúster es aumentar palpablemente la competitividad de empresas concretas, en que el salto de competitividad que comporta el clúster no sea el que inercialmente las empresas por sí solas hubieran conseguido, en acelerar el crecimiento, en acelerar la innovación.
Probablemente, deberíamos inventar otras palabras porqué las palabras como clúster, innovación, competitividad, liderazgo, se gastan de tanto usarlas. Pero detrás hay conceptos potentes y proyectos sugerentes, a veces también resultados. En el caso de los clúster, explicados por Lluís Ramis o por Joan Martí, el atractivo y la solidez de las propuestas son evidentes.

(La imagen es de Fra Angelico)