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Los que tienen tiempo

03/01/2020
Los que tienen tiempo hacen normas y reuniones. Los que tienen tiempo sobrediagnostican. Los que tienen tiempo acumulan más formación que aprendizaje. Los que tienen tiempo coleccionan ocurrencias. Los que tienen tiempo, es por algo. 
En general tener tiempo no es un gran síntoma de talento. Hablo de empresa. No intento trasladar este paradigma a todos los ámbitos de la vida. Quizás tener tiempo es fundamental para la música o para la poesía. Estos días hemos conocido la agenda del presidente de Estados Unidos y hemos observado que es un hombre que tiene tiempo. A veces, los que tienen tiempo se creen genios que esquivan las tareas más arduas y se complacen en las más vistosas. Seguro que alguien me podrá citar excepciones. Pero ya me disculparán, esta no es mi experiencia. Tiendo a desconfiar de las organizaciones dónde la gente tiene tiempo. 
La gente que va agobiada de trabajo a menudo se preocupa por las consecuencias personales o corporativas de la saturación. Por su modo de hacer, por su compromiso, por su talento, son gente que atrae el trabajo magnéticamente. Y como los cansados son los que hacen el trabajo, por no tener, no tienen ni tiempo para quejarse. Y si bien es cierto que en algunos momentos los excesos del estrés pueden desequilibrarlos, lo habitual es que vivan su intensidad cotidiana como un modo de estar. En cualquier caso, prefiero a los que no tienen tiempo que a los que les sobran las horas. Ni workaholics enfermos, ni profesionales gaseosos.
Y estar ocupado quiere decir trabajar en el día a día y en estar atento a lo que viene. Los ocupados combinan presente y futuro.  Estar ocupado es pensar. Y escribir para saber si has pensado. Y ver gente e inspirarse. Escuchar. Y vender. Y asistir a reuniones con esa expresión no verbal que conmina a la brevedad. Estar ocupado es visitar clientes y observarlos con paciencia. Estar ocupado es leer. Estar ocupado es manejar excels pero también dedicar tiempo a empoderar a las personas del equipo. Escuchar. Trabajar es inventar sincronías que fundamenten una mayor agilidad. Trabajar es esquivar burocracias. Estar ocupado es esforzarse en no desmotivar a los que piden más recorrido. No tener tiempo a veces es focalizarse en objetivos y en las personas, sin que medie ningún trade off. Se puede estar ocupado con tareas muy formales o en modos muy informales. Estar ocupado es hacer que el tiempo cunda con sentido. Y si es posible, con resultados.
Cuando a veces en alguna empresa hemos elaborado un proyecto estratégico o definido un modelo de innovación en una empresa, a veces algún directivo sugiere para liderar la nueva iniciativa a “fulanito que tiene tiempo”. A fuer de ser muy injusto, me acostumbro a oponer. La gente que tienen tiempo procrastina, se refugia en las burocracias y tarda demasiado en afinar el tempo. 
Pero lo definitivo es crear un comité de gente que tienen tiempo. Esto es casi peor que una plaga de perfectos. Los comités de gente que tiene tiempo crean espirales siderales. Drucker decía que no hay nada peor que hacer eficientemente lo que no debería hacerse nunca. Los que tienen tiempo son expertos en eso, son eficientes en sofisticar cualquier proceso hasta la asfixia. Los que tienen tiempo son muy buenos definiendo los indicadores que han de medir el trabajo de los que trabajan. Sus excels de indicadores son la poesía de los “controllers”. Los que tienen tiempo tienen querencia al análisis infinito puesto que los diagnósticos sirven para tomar decisiones, pero los sobrediagnósticos sirven para no tomar decisiones. 
Los que tienen tiempo estudiaron en una escuela de negocios en la que todo se solucionaba “tomando cafés”. Cuando no están reunidos, están “tomando cafés”. Confunden locuacidad y cafeína con crear valor. Si los que tienen tiempo, además tienen VISA de empresa, son un gasto extraordinario por qué pasan mucho tiempo escogiendo los platos y hacen unas sobremesas sensacionales. Y cuando viajan son esa gente a las que más de un par de reuniones al día les trastornan. Los que tienen tiempo siempre llegan el día antes. He topado con algunos líderes de grandes organizaciones que tienen mucho tiempo y para mí siempre fueron un misterio que me supera. Nunca llego a saber si su inteligencia es realmente superior o simplemente son pura desfachatez envuelta de boato. 
A veces, he conocido gente de mucho talento que tiene tiempo por coyunturas que se torcieron. Pero son gente que no sabe estar entre agendas demasiado líquidas. Normalmente, se llenan el tiempo aprendiendo y acaban emprendiendo proyectos dentro o fuera de su organización más pronto que tarde. No saben tener tiempo. Y es que para tener tiempo hay reducir la velocidad de las inercias hasta casi a cero sin perder la cara de estar realmente ocupado. 
Una forma de tener mucho tiempo es echar muchas horas. Son esa gente que concilia al revés. Están muchas horas, pero con rendimientos inversamente proporcionales. Eso no vale. Los que no tienen tiempo no es por echar más horas si no por alcanzar más resultados. La gente de talento son los que dan resultados por encima de la media de un modo sistemático. No tienen tiempo. Tienen más oportunidades y algunas veces se van a otro proyecto dentro de la casa u otras se van a otra organización o a su propio emprendimiento. Los que estructuralmente tienen tiempo, casi nunca se van. 
En las empresas hay que huir de tres perfiles. Los perfectos, son gente con la empatía en los espejos. Los tóxicos, aquellos de los que Einstein decía que tienen un problema para cada solución. Y de los que tienen tiempo, nadie sabe como alcanzaron este estadio, pero nunca encontraron el momento de rehabilitarse a sí mismos. 
Es te artículo fue publicado en La vanguardia el 17 de febrero de 2019
La imagen pertenece a una obra de Paolo Uccello