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¿ tiene remedio la administración?

05/07/2017



Este artículo se publico en La Vanguardia el 27 de Mayo de 2017

Las administraciones no tendrán
más remedio que adaptarse a un  mundo que
cambia aceleradamente. Sirvan como ejemplo de aceleración, AirBnB o Uber,
fenómenos muy recientes pero con alto impacto. ¿podrá una administración
pensada como una máquina para gestionar certezas y estabilidades adecuarse a un
mundo de incertidumbres y volatilidades? Lo deberá hacer si no quiere perder su
misión última: servir bien a los ciudadanos.

Para hacerlo deberá aprovechar
su mejor talento. Aquellos más comprometidos y capaces para que lideren un
cambio que también debe ser en clave personal. Es hora de aprender mucho y
desaprender más, también en las administraciones. Los que conseguirán adaptar
la administración son esta parte de gente más innovadora y emprendedora, esos
profesionales que no quieren sentir la incomodidad de pertenecer a
organizaciones que perdieron el tren de la actualización. Y seguramente se
encontrarán delante a otros que se especializaron en perfeccionar la queja, en
recordar todo lo que es imposible y en encontrar a todos sus jefes malos o
peores.

En mi experiencia la gente que
hay en las administraciones no es tan distinta a la hora de innovar o cambiar con
la que encuentro en la empresas. Tampoco lo es su valía. La teoría de los tres
partes funciona en ambos casos. Una parte de gente de talento que da resultados
por encima de la media, una parte de gente de resultados y compromiso mucho más
oscilante y una parte de personas que nadie sabe cómo pudieron entrar pero que
todo el mundo sabe que no se irán nunca.

Las administraciones pueden
adaptarse. Lo han hecho en muchos casos y lo volverán a hacer. A lo que uno
viaja se da cuenta de que no tenemos administraciones que sean un desastre
aunque tengan mucho margen de mejora. Algunos servicios como el de la tele
asistencia para gente mayor son ejemplos de lo que es el valor público.
Soluciones como el bicing fueron en
su momento muy innovadoras. En los años noventa las administraciones encajaron
el impacto de Internet y ahora volverán hacerlo pero con mucha más demanda
social que entonces y con unos ciudadanos situados en el centro del tablero.

Las administraciones deberán
superar grandes desafíos para esta adaptación. Algunos tendrán que ver con la
política, tan faltada de talento y tan desprestigiada por los casos de
corrupción. Otras con la falta de recursos, especialmente acuciante desde la
crisis económica. Otras con gobernanzas llenas de carencias.  Sin duda son factores clave, pero hoy
quisiera añadir otros acentos quizás menos repetidos.

1.     El Talento.
La quiebra en la fluidez de talento es muy grave en las administraciones. Las
organizaciones que gestionan bien el talento lo hacen fluir, entra y sale
gente. Hoy de las administraciones no sale ni entra nadie. Que no se incorporen
estas generaciones de jóvenes preparados, formados en el paradigma digital y
socialmente comprometidos a las administraciones, es un gran desastre. La gente
con experiencia necesita estos jóvenes como el agua, y viceversa. La
transformación digital es mucho más difícil en organizaciones dónde no fluye el
talento.
2.     Las culturas bloqueadas. Siempre hay excusas para no cambiar y poner por fin a los ciudadanos
en el centro y adaptarse a sus necesidades. Ya no son los ciudadanos que deben
adaptarse a las administraciones, son éstas las que tienen que cambiar, ser
mucho más flexibles e innovadoras. Definitivamente el modelo de funcionario del
siglo XX no resistirá en el siglo XXI. En un mundo de trabajo líquido las
administraciones no serán inmunes y no resistirán con  patrones profesionales propios de un mundo que
se desvanece. Hay que desbloquear esas culturas tan corporativistas que dejaron
de mirar al mundo que cambia y solo tienen ojos para si mismas.
3.     Las inercias escleróticas. Las estructuras lentas e inerciales de las
administraciones son todo lo contrario de la agilidad. No hay capacidad de
desburocratización. Veamos un ejemplo.  El
necesario énfasis en la transparencia está reburocratizando las
administraciones.  Hay poca  capacidad de innovar.

El desarrollo del Big Data, la
inteligencia artificial , la robótica, la impresión 3D, la realidad virtual y
sobretodo el Blockchain posibilitarán nuevas formas de crear valor público con
grandes beneficios para los ciudadanos. Permitirán tomar decisiones de otra
calidad, de un modo distinto. Y necesitamos administraciones que puedan
aprovechar todo este potencial. De todas estas tecnologías el Blockchain tendrá
un alto impacto en la administración. Es la primera tecnología que puede
realmente disrumpir la administración y ser una herramienta de lucha muy
eficiente contra la corrupción ( aunque nunca hay que subestimar la condición
humana).

Una sociedad que deberá
enfrentar retos mayúsculos como el sostener grandes longevidades en un mundo
con menos trabajo disponible, o como todos los desafíos derivados del cambio
climático, no puede tener administraciones que no aprovechen todo el potencial
de las tecnologías 4.0. Es hora de cambiar, sin dramas, pero con convicción. Ya
no podemos continuar confundiendo estrategia y planificación, ni modernización
con innovación, ni talento con escalafón . Todo esto es demasiado serio como
para dejar la administración solamente a la administración.

( La imagen pertenece a una obra de Simone Martini)