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Más allá de la innovación

17/04/2016


La innovación es la forma de
crear valor, diferenciarse y adaptarse en contextos  que cambian aceleradamente.  La suma de muchas innovaciones simultáneas
crea esta sensación de un mundo que cambia de época con una cadencia cada vez
mayor. La espiral de innovaciones parece más desatada que nunca. La
concatenación de cambios que vamos a vivir en el futuro – presente, va a ser
similar en impacto a la de los años noventa. Quizás ahora no habrá un concepto
que resuma tanto el cambio como la síntesis que hace veinte años significó
Internet. Creo que la cascada de transformaciones de los noventa afectó mucho a
los procesos y a las comunicaciones, ahora creo que además comportará cambios
inexorables en las formas de dirigir las organizaciones. Vivimos en la antesala
de otra gran transformación y esta vez deberemos aprender a tomar las
decisiones de un modo distinto.
En este mundo al que nadie discute
la importancia de la innovación, ¿las organizaciones están consiguiendo
resultados significativos en innovación? Para la  mayoría de empresas consolidadas diríamos que
los resultados son muy discretos, más tendientes a los incremental que a lo
radical. De hecho, muchas de las innovaciones que nos han cambiado la vida en
los últimos veinte años procedían más de start – up que de empresas
establecidas del Fortune 500. Sin duda, entre el impacto innovador de las start
– up y el de las empresas consolidadas, parece que los resultados son mucho más
espectaculares a favor de las nuevas empresas. Por cierto, no debería pasarnos
desapercibida la eclosión extraordinaria de “unicorns” que estamos viviendo en
los últimos dos años. Es como si muchas grandes empresas consolidadas  prefirieran poner sus recursos en proyectos
nacidos fuera de la caja y liderados por emprendedores ajenos más que confiar
en sus propias competencias de innovación. Parece que sus culturas corporativas
aceptaran la retórica de la innovación pero se vieran incapaces de lidiar con
sus propias inercias y les costara mucho adoptar prácticas de innovación
realmente comprometidas.
Estos resultados discretos de
muchas empresas han supuesto un cambio en la forma de innovar. Hemos pasado de
funnels de innovación bastante encorsetados a perímetros mucho más abiertos de
innovación en los que confluyen talentos e iniciativas internas y externas. Son
frecuentes las propuestas corporativas para combinar la frescura y capacidad
disruptiva de las start up con el posicionamiento, conocimiento y musculatura
financiera de las grandes empresas. Tenemos una innovación más híbrida, más “lean”
y más abierta. No en vano, estamos viviendo un auge notable del Corporate
Entrepreneurship.  Algunas propuestas van
ya más allá de la innovación clásica y 
fusionan, por ejemplo,  la
innovación con la gestión de la complejidad que se asienta en el Big Data y la
inteligencia artificial. Abundan las propuestas que intentan construir nuevos
paradigmas de management, ya sean desde la holacracia, la desburocratización
radical o los que ensayan combinar inteligencia natural e inteligencia
artificial.
Todo parece indicar que vamos a
ir más allá de la innovación tal y como la hemos conocido en las dos últimas
décadas. Entramos en una nueva etapa. Obviamente cada empresa es un mundo y hay
de todo, pero aquellas empresas que marcan tendencia han cambiado sus maneras
de innovar. Ya aprendimos  que la
arrogancia y la visión de retrovisor fijada en las glorias pasadas no son
buenas compañeras de la innovación. Ya sabemos que la innovación tiene mucho
que ver con ambiciones que no solamente quieren construir negocios rentables
sino mejorar o cambiar el mundo con sus nuevas soluciones. Las culturas
innovadoras que  son capaces de
simultanear estas ambiciones con “propósito” con una cadena de humildades
auténtica tienen más potencial. Son culturas en las personas de una
organización no pierden la empatía con sus clientes ni caen en la prepotencia
por muchos éxitos que hayan tenido. Estas organizaciones donde para nadie es
imposible hacer llegar una idea significativa hacia arriba porqué no hay
burocracias que lo impiden ni culturas corporativas auto limitantes. Necesitamos
ambiciones con suficiente autenticidad para apasionar a quienes se proponen
alcanzarlas. Necesitamos humildades para nada impostadas. Necesitamos líderes
que crezcan ayudando a crecer a aquellos con quienes comparten la ambición de
crear nuevo valor para sus clientes o para la sociedad. Necesitamos líderes que
no delegan el riesgo pero que saben sacar la mejor energía innovadora de sus
equipos.
La innovación ha entrado en una
nueva fase, de menos “innoganda” diría mi socio Roberto Espinosa (@resbla). Vamos
a ir más allá de la innovación. Irá más en serio. Más nueces, puede que menos
ruido. Quizás crearemos otro concepto para esta nueva fase. Un tiempo en el que
las empresas y las administraciones giran alrededor de los clientes y los
ciudadanos y no al revés. Este cambio copernicano requiere una forma distinta
de integrar la innovación en el management nos repite Steve Denning a menudo.

Qué tiempo tan interesante este
que nos toca vivir en el management. Qué evidente la necesidad de superar los
preceptos que funcionaron en las grandes escuelas de negocio de la segunda
mitad del siglo XX. Qué reto compartido para estas escuelas de negocio y para nosotros
de reinventar el management. Qué apasionante esta oportunidad de innovar en
innovación, de ir más allá de la innovación tal y como la hemos realizado en
las últimas décadas. Si nos enrocáramos en la innovación cómo un
fundamentalista cualquiera, seríamos todo menos innovadores.

Este post fue publicado en Sintetia el 4 de abril de 2016

La imagen pertenece a una obra de Simone Martini