Muchas
personas hemos creado empresa porqué nos pareció que era una buena forma de
defender nuestra vida profesional. Y en el momento de crearla, seguramente
acumulamos más ansiedades que reflexiones profundas sobre el papel de la
empresa en la sociedad. Uno acaba poniendo un NIF a su ilusión y luego intenta
que el milagro surja y se repita: se venda, se produzca y se cobre. El primer
propósito de la empresa es sobrevivir, encontrar un hueco entre los clientes y
así entrar en una dinámica sostenible. Muchas empresas mueren en este primer
intento, dos de cada tres. Las que sobreviven tienen el reto de vivir más de
doce años que, más o menos, es la media de vida de las empresas. Entre las que
perduran, algunas, muy pocas, crecen notablemente.
personas hemos creado empresa porqué nos pareció que era una buena forma de
defender nuestra vida profesional. Y en el momento de crearla, seguramente
acumulamos más ansiedades que reflexiones profundas sobre el papel de la
empresa en la sociedad. Uno acaba poniendo un NIF a su ilusión y luego intenta
que el milagro surja y se repita: se venda, se produzca y se cobre. El primer
propósito de la empresa es sobrevivir, encontrar un hueco entre los clientes y
así entrar en una dinámica sostenible. Muchas empresas mueren en este primer
intento, dos de cada tres. Las que sobreviven tienen el reto de vivir más de
doce años que, más o menos, es la media de vida de las empresas. Entre las que
perduran, algunas, muy pocas, crecen notablemente.
Cuando
una empresa se consolida es cuando empiezan las reflexiones. Se comprende que
la empresa tiene unos satkeholders naturales a los que hay que servir con equilibrio:
clientes, empleados, accionistas. Unos clientes en los que hay que focalizarse
para crear valor continuamente a través de la innovación. Unos empleados que
deben configurar una comunidad de talento y ser tratados como tal. Unos
accionistas que deben ver correspondido el riesgo de su inversión con unos
beneficios razonables que no fuercen a la empresa a un cortoplacismo
contraproducente. Y obviamente, hay un cuarto stakeholder: la sociedad.
una empresa se consolida es cuando empiezan las reflexiones. Se comprende que
la empresa tiene unos satkeholders naturales a los que hay que servir con equilibrio:
clientes, empleados, accionistas. Unos clientes en los que hay que focalizarse
para crear valor continuamente a través de la innovación. Unos empleados que
deben configurar una comunidad de talento y ser tratados como tal. Unos
accionistas que deben ver correspondido el riesgo de su inversión con unos
beneficios razonables que no fuercen a la empresa a un cortoplacismo
contraproducente. Y obviamente, hay un cuarto stakeholder: la sociedad.
No
todas las empresas están del mismo modo en las sociedades dónde se insertan.
Algunas son empresas indolentes con su entorno, practican el filibusterismo
ambiental o fiscal. Creo que cada vez son menos. Pero quedan. Otras son empresas simplemente correctas. Cumplen lo legal, crean
ocupación, ni son corruptas ni
corrompen, y quizás de vez en cuando aportan algo a alguna causa social
aleatoria. Otras corporaciones van más allá: tienen políticas estables de
responsabilidad social y sistematizan unas donaciones sociales o culturales a
quienes consideran las merecen. Y finalmente, hay empresas que se imponen lo
social en su misión. Son pocas pero están creciendo rápidamente. Estas empresas
extienden su propósito más allá de sus beneficios. Necesitan los beneficios
para sobrevivir y tener una capacidad inversora que las mantenga competitivas,
pero manejan dos cuentas de explotación convergentes. Se trata de que
fruto de su actividad empresarial se
produzca un valor social evidente o simplemente se imponen dedicar una parte
notable de sus beneficios a fines sociales haciéndolo desde una transparencia
militante. En estas empresas lo social no es un adorno, es un propósito. Su
manera de estar en la sociedad es desde un compromiso no circunstancial, para
nada retórico. Sin autenticidad el compromiso se descubre rápidamente
pusilánime y efímero . En la forma de
tomar las decisiones, estas empresas comprometidas, demuestran que el cuarto
stakeholder tiene tanto peso como el de los tres stakeholders tradicionales.
todas las empresas están del mismo modo en las sociedades dónde se insertan.
Algunas son empresas indolentes con su entorno, practican el filibusterismo
ambiental o fiscal. Creo que cada vez son menos. Pero quedan. Otras son empresas simplemente correctas. Cumplen lo legal, crean
ocupación, ni son corruptas ni
corrompen, y quizás de vez en cuando aportan algo a alguna causa social
aleatoria. Otras corporaciones van más allá: tienen políticas estables de
responsabilidad social y sistematizan unas donaciones sociales o culturales a
quienes consideran las merecen. Y finalmente, hay empresas que se imponen lo
social en su misión. Son pocas pero están creciendo rápidamente. Estas empresas
extienden su propósito más allá de sus beneficios. Necesitan los beneficios
para sobrevivir y tener una capacidad inversora que las mantenga competitivas,
pero manejan dos cuentas de explotación convergentes. Se trata de que
fruto de su actividad empresarial se
produzca un valor social evidente o simplemente se imponen dedicar una parte
notable de sus beneficios a fines sociales haciéndolo desde una transparencia
militante. En estas empresas lo social no es un adorno, es un propósito. Su
manera de estar en la sociedad es desde un compromiso no circunstancial, para
nada retórico. Sin autenticidad el compromiso se descubre rápidamente
pusilánime y efímero . En la forma de
tomar las decisiones, estas empresas comprometidas, demuestran que el cuarto
stakeholder tiene tanto peso como el de los tres stakeholders tradicionales.
Gestionar
una empresa no es un camino de rosas ni una ciencia exacta. Esto de los
entornos VUCA tampoco es ninguna broma. Pero me parece evidente que el
compromiso social de la empresa no necesariamente le resta oportunidades, si no
todo lo contrario, le puede crear oportunidades de otra categoría. Hace tiempo
que sigo muy atentamente movimientos como el Conscious Capitalism o la
Singularity University. Son movimientos muy californianos, todavía. En ellos
hay de todo, desde neo – mesianismo tecnológico, algo o mucho de desprecio por
la capacidad de las administraciones para resolver los grandes retos colectivos,
hasta una posición de empresas que hacen de su compromiso social algo esencial.
Estas empresas luchan cada día para sorprender a sus clientes con sus
propuestas de valor. Intentan atraer talento tratando que su comunidad
profesional sea un espacio de desarrollo personal. Buscan satisfacer a sus
accionistas sin caer en lógicas especulativas. Y tiene en su propósito de
compromiso social una misión indisociable de su misión corporativa.
una empresa no es un camino de rosas ni una ciencia exacta. Esto de los
entornos VUCA tampoco es ninguna broma. Pero me parece evidente que el
compromiso social de la empresa no necesariamente le resta oportunidades, si no
todo lo contrario, le puede crear oportunidades de otra categoría. Hace tiempo
que sigo muy atentamente movimientos como el Conscious Capitalism o la
Singularity University. Son movimientos muy californianos, todavía. En ellos
hay de todo, desde neo – mesianismo tecnológico, algo o mucho de desprecio por
la capacidad de las administraciones para resolver los grandes retos colectivos,
hasta una posición de empresas que hacen de su compromiso social algo esencial.
Estas empresas luchan cada día para sorprender a sus clientes con sus
propuestas de valor. Intentan atraer talento tratando que su comunidad
profesional sea un espacio de desarrollo personal. Buscan satisfacer a sus
accionistas sin caer en lógicas especulativas. Y tiene en su propósito de
compromiso social una misión indisociable de su misión corporativa.
Miren,
esto de las empresas, no es poesía en movimiento. Mi experiencia es que
sostenerlas es algo que requiere destreza, capacidad de riesgo y resiliencia.
Pero si entre los outputs de la empresa una cree que mejora razonablemente en
algo la sociedad donde está, todo tiene mayor fundamento. No es que el relato
sea más redondo, es que uno encuentra
más sentido a sus esfuerzos por vender, producir, cobrar y comprometerse al
mismo tiempo con la sociedad.
esto de las empresas, no es poesía en movimiento. Mi experiencia es que
sostenerlas es algo que requiere destreza, capacidad de riesgo y resiliencia.
Pero si entre los outputs de la empresa una cree que mejora razonablemente en
algo la sociedad donde está, todo tiene mayor fundamento. No es que el relato
sea más redondo, es que uno encuentra
más sentido a sus esfuerzos por vender, producir, cobrar y comprometerse al
mismo tiempo con la sociedad.
Este post se publico en Sintetia el 12 de Octubre de 2015
Detalle de obra de Ghirlandaio