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Las 4 palancas para construir una cultura innovadora

19/10/2014

Si
convenimos que una cultura es aquello que la gente hace en su organización  cuando nadie la ve, una cultura innovadora es
la que fluye de un modo natural a la hora de resolver problemas o desafíos
desde la innovación. No como algo impostado, si no simplemente como una
herramienta natural del management. La cultura innovadora es aquella que lleva
a una organización a vivir en modo “lab”, es decir, en modo de aprendizaje
sistemático, en entrenamiento permanente para saber adaptarse a nuevos
contextos, nuevas tecnologías o modelos de negocio. En el modo “lab” el estadio
“beta” es habitual, no es excepcional. La cultura innovadora es la que entiende
la competitividad desde el esfuerzo permanente de crear valor para los clientes
gracias a nuevas soluciones, productos o servicios.  La cultura innovadora es la que surge al
combinar sistemáticamente: capacidad de inspiración, creatividad, desarrollo de
proyectos y prototipos, lanzamiento y escalamiento a los mercados . La cultura
innovadora entiende la innovación como la forma de concretar la estrategia,
exactamente igual que antes lo hacía la planificación. Las culturas innovadoras
pueden estar en el adn de empresas que nacieron con esta configuración como HP,
Apple o Google.  Lo realmente difícil es
que empresas que nacieron en una paradigma distinto se transformen y
desplieguen potentes culturas innovadoras como P & G o como Nokia.
¿Cómo
conseguir que una empresa adquiera una cultura innovadora? Básicamente gracias
a cuatro palancas: a) liderazgo y gobernanza b) activación del talento
emprendedor c) proyectos y resultados d) relación con el ecosistema.
a) Liderazgo y gobernanza. Un cultura
innovadora requiere más que el aliento de la alta dirección,  requiere su ejemplo. La innovación se basa en
la gestión  del riesgo. Si los líderes
delegan el riesgo no se desarrollará nada que no sea innovación incremental. Si
los líderes no son los primeros en aprender de los fracasos
sistemáticamente,  se penalizarán los
intentos fallidos y se pasará del fracaso al error. El liderazgo es fundamental
para fomentar y comprometer proyectos de nueva frontera y atender a las
estrategias de un modo innovador. Además del liderazgo, la gobernanza es clave
en dos puntos: la agilidad de los procesos de innovación y la involucración del
middle management, verdadera piedra de toque de los procesos de innovación.
b) La activación del talento emprendedor.
La cultura innovadora es meritocrática. Las ideas pueden venir de cualquier
punto y escalafón y la capacidad emprendedora para desarrollarlas, también. Las
cultura innovadoras son muy poco jerárquicas y apuestan por la transversalidad.
La estructuración en silos bloquea las lógicas innovadoras. La burocracia
inhibe la innovación. Una cultura innovadora busca desatar la energía creadora
y emprendedora de su talento. La capacidad innovadora de una organización es
equivalente a su masa crítica de talento emprendedor. Y a este talento
emprendedor se le activa más, con un propósito trascendente ( ayudar a mejorar
el mundo desde nuestra empresa) que con mecanismos de incentivos efímeros.
c) Proyectos y resultados. La cultura
innovadora no se construye solamente a base de discursos. La cultura se refleja
en proyectos y en resultados. El relato de la innovación se ancla en nuevos
productos y servicios y su impacto en los clientes o usuarios. El relato de la
innovación tiene su poética en números, ya sea de la cuenta de explotación ( ¿qué
porcentaje de ingresos corresponde a productos y servicios que hace dos años no
existían en la cuenta de explotación) o en el número de usuarios que perciben
más valor. En innovación, obras son amores.
d) Relación con el ecosistema. La cultura
innovadora fomenta un perímetro de innovación abierto. A la hora de desarrollar
nuevas soluciones para crear valor la permeabilidad es absoluta para ideas,
para codesarrollos, para alianzas, para espacios dónde concretar lateralidades,
para la resolución de retos con emprendedores, startup, pymes o  grandes empresas externas. La cultura
innovadora es todo lo contrario del síndrome del “no inventado aquí”, es la
apertura natural a la mixtura, a la hibridación estructural. La capacidad de
absorber lo mejor del ecosistema a través de una relación fructífera con sus
agentes principales y la capacidad de transitar por diversos ecosistemas a la
vez es un rasgo fundamental de las culturas innovadoras. Para una cultura
innovadora lo importante no es de dónde vengan las ideas y las oportunidades si
no la capacidad de ejecutarlas creativamente.
Para
todas aquellas empresas que no nacieron en el paradigma de la innovación
sistemática y del cambio continuo, avanzar hacia culturas innovadoras es fundamental
para su supervivencia. Al fin y al cabo, la innovación es solamente una excusa
para la diferenciación y la creación de valor a los clientes. Lo más difícil no
es adivinar dónde hay que ir,  lo más
difícil es cambiar. Una cultura innovadora no lloriquea ante el cambio, lo
asume como normal, cómo la forma de crecer, competir y cooperar. 
Artículo publicado en Sintetia
La imagen pertenece a una obra de Pinturicchio