“Your time is
limited, so don’t waste it living someone else’s life. Don’t be trapped by
dogma – which is living with the results of other people’s thinking. Don’t let
the noise of other’s opinions drown out your own inner
voice. And most important, have the courage to follow your heart and
intuition. They somehow already know what you truly want to become. Everything
else is secondary.” – Steve Jobs, Stanford
Commencement Speech 2005
limited, so don’t waste it living someone else’s life. Don’t be trapped by
dogma – which is living with the results of other people’s thinking. Don’t let
the noise of other’s opinions drown out your own inner
voice. And most important, have the courage to follow your heart and
intuition. They somehow already know what you truly want to become. Everything
else is secondary.” – Steve Jobs, Stanford
Commencement Speech 2005
Leo esta cita de Jobs y me pongo a pensar y a escribir. Os comparto lo
que ha salido. Jobs no tiene la culpa. Era un tipo realmente inspirador.
que ha salido. Jobs no tiene la culpa. Era un tipo realmente inspirador.
Pasan
los años y hay gente que te sorprende. Dieron saltos que no se deducían se su
perfil ni de su trayectoria. Consiguieron cambiar algo y dar el salto.
Impulsaron negocios poderosos o devinieron líderes empresariales relevantes. No
siempre es fácil deducir que mecanismo desataron para su éxito. Algunos de
ellos mantuvieron además su cercanía, los pies en el suelo, y no defraudaron su
bonhomía. Algunos se deslizaron al narcisismo y se caricaturizaron de
arrogancia.
los años y hay gente que te sorprende. Dieron saltos que no se deducían se su
perfil ni de su trayectoria. Consiguieron cambiar algo y dar el salto.
Impulsaron negocios poderosos o devinieron líderes empresariales relevantes. No
siempre es fácil deducir que mecanismo desataron para su éxito. Algunos de
ellos mantuvieron además su cercanía, los pies en el suelo, y no defraudaron su
bonhomía. Algunos se deslizaron al narcisismo y se caricaturizaron de
arrogancia.
Otra
gente se agarró a las quejas que poblaron su biografía y siguen ahí, cultivando
quejas, viéndolas crecer y cosechando malhumor. Algunas personas se enfadaron
con la vida muy pronto y no encontraron nunca un jefe que les hiciera
aprender, crecer y ver la vida
profesional de otro modo. Se especializaron en malos jefes, malas empresas y
siempre fueron unos incomprendidos. Quizás nunca se preguntaron qué debían
cambiar de ellos mismos para aliñar el éxito con otras competencias.
Resistieron desde su arrogancia negativa y se aferraron a sus quejas atávicas.
gente se agarró a las quejas que poblaron su biografía y siguen ahí, cultivando
quejas, viéndolas crecer y cosechando malhumor. Algunas personas se enfadaron
con la vida muy pronto y no encontraron nunca un jefe que les hiciera
aprender, crecer y ver la vida
profesional de otro modo. Se especializaron en malos jefes, malas empresas y
siempre fueron unos incomprendidos. Quizás nunca se preguntaron qué debían
cambiar de ellos mismos para aliñar el éxito con otras competencias.
Resistieron desde su arrogancia negativa y se aferraron a sus quejas atávicas.
Otra
gente oscila. Tiene momentos. Muchos de ellos tuvieron unos años de brillantez
o simplemente se desplegaron en buenas coyunturas. Algunos probaron las hieles
del fracaso. Los mejores supieron aprender del fracaso otros huyeron de él para
instalarse en el error. Pero son “ondayant” para decirlo al modo de Montaigne.
Algunos quisieron exprimir sus éxitos repitiendo los patrones del mismo en
contextos que ya requerían otras
coordenadas. Otros remontaron y ahora pueden dar conferencias sobre
resiliencia.
gente oscila. Tiene momentos. Muchos de ellos tuvieron unos años de brillantez
o simplemente se desplegaron en buenas coyunturas. Algunos probaron las hieles
del fracaso. Los mejores supieron aprender del fracaso otros huyeron de él para
instalarse en el error. Pero son “ondayant” para decirlo al modo de Montaigne.
Algunos quisieron exprimir sus éxitos repitiendo los patrones del mismo en
contextos que ya requerían otras
coordenadas. Otros remontaron y ahora pueden dar conferencias sobre
resiliencia.
Otra
gente es plana. Disfrutan de lo inercial. Tienen una concepción lineal de la
felicidad profesional. Su aspiración era ser trabajadores de una buena caja de
ahorros en un mundo dónde las cajas de ahorro eran algo respetable. O
funcionarios. Pero de los buenos, de esos que no tienen altibajos y son
cumplidores. No quieren ser héroes. Les gusta ser gente bien mandada. Hacen su
trabajo y la duda que les pone a prueba es cuando deben comprobar su capacidad
de cambio.
gente es plana. Disfrutan de lo inercial. Tienen una concepción lineal de la
felicidad profesional. Su aspiración era ser trabajadores de una buena caja de
ahorros en un mundo dónde las cajas de ahorro eran algo respetable. O
funcionarios. Pero de los buenos, de esos que no tienen altibajos y son
cumplidores. No quieren ser héroes. Les gusta ser gente bien mandada. Hacen su
trabajo y la duda que les pone a prueba es cuando deben comprobar su capacidad
de cambio.
Y
entre estos y otros tantos perfiles que no sé relatar, estamos cada uno.
Moviéndonos alegres, felices o torpes por nuestra vida profesional. Haciéndonos
preguntas. Cambiando las preguntas con el tiempo. Y ensayando respuestas. A
veces, incluso arriesgando. Aprender es no desfallecer. La vida profesional la
escogemos nosotros. Ciertamente con muchos condicionantes. Victimizarse no
sirve de nada. La primera decisión para no vivir la vida profesional de otros
es estar convencido que nosotros manejamos nuestra vida profesional, que
nuestras decisiones, nuestras huidas de las zonas de confort, nuestros
esfuerzos tienen sentido. Y éste no es otro que el construirnos,
diferenciarnos, reconocernos y finalmente cambiarnos cuando lo creemos
necesario. La meritocracia empieza en nosotros mismos.
entre estos y otros tantos perfiles que no sé relatar, estamos cada uno.
Moviéndonos alegres, felices o torpes por nuestra vida profesional. Haciéndonos
preguntas. Cambiando las preguntas con el tiempo. Y ensayando respuestas. A
veces, incluso arriesgando. Aprender es no desfallecer. La vida profesional la
escogemos nosotros. Ciertamente con muchos condicionantes. Victimizarse no
sirve de nada. La primera decisión para no vivir la vida profesional de otros
es estar convencido que nosotros manejamos nuestra vida profesional, que
nuestras decisiones, nuestras huidas de las zonas de confort, nuestros
esfuerzos tienen sentido. Y éste no es otro que el construirnos,
diferenciarnos, reconocernos y finalmente cambiarnos cuando lo creemos
necesario. La meritocracia empieza en nosotros mismos.
(la imagen pertenece a una obra de Pinturicchio)