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La generosidad merece respeto

24/06/2013

En
los momentos complicados hay gente con talento que abdica. Están en su derecho.
Gente muy preparada que podría liderar proyectos empresariales para hacerlos
crecer, pero que no hay nada que les motive para volver a arriesgar y dejar
todas las horas en el intento viajando por medio mundo. Se arreglan muy bien
con proyectos personales a medida y no les seduce la idea de volver a crear
empleos haciendo crecer  negocios. Gente
honesta que podría aportar talento y regeneración a la política pero que huye
de la presión constante de medios y redes sociales, de la sensación de corrupto
en potencia. Personas muy válidas que no encuentra motivos para exponerse,
ellos y sus familias al escrutinio público y a horarios que no saben de fines
de semana ni de noches. Gente con capacidad de liderazgo que podría tirar del
carro de entidades sociales pero que les cuesta compaginarlo con una vida
profesional intensa y lo poco que le queda a la vida personal.  Lo más descorazonador es cuando abdican los
mejores. Están en su derecho, por eso, debemos agradecer tanto a la gente que
se compromete generosamente en la empresa, en la política, en las entidades. Su
lógica de servicio es imprescindible. Sin duda, recibirán más criticas que si
se mantuvieran en segundo plano porque estas son las reglas del juego, algunos
seguramente fracasarán, a otros quizás se les subirán un poco los humos,  pero sin gente con talento que se comprometa,
nuestras sociedades no avanzan. La gente que intenta crear, construir proyectos
colectivos significativos, merece reconocimiento por el esfuerzo. A veces lo
olvidamos o lo enfatizamos poco, pero esta generosidad que proviene de servidores honestos merece un
gran  respeto.
(La imagen pertenece a una obra de Andrea Mantegna)