Menu

10 cosas que nos desesperan profesionalmente

22/06/2012

Soy
de los que piensan que al trabajo hay que ir motivado de casa y que la función  de los directivos consiste en gran parte en  dejar crecer la motivación individual. Pero
desmotivar es muy fácil. Ver a buenos profesionales desesperados por la
mediocridad es un pésimo síntoma para las organizaciones. Veamos algunas cosas
que nos acostumbran a desesperar profesionalmente.
1. La
inconsistencia, la falta de autenticidad, el saltar de una cosa a otra sin que
nada llegue a ser verdad. Bla, bla, bla. El gattopardismo permanente.
2. La
estulticia corporativa, la tontería, la falta de compromiso real. Aparentar
valores. La poca importancia de los clientes.
3. El
trato desigual y el desprecio a la meritocracia como forma de progresar. El reparto injusto de las oportunidades.
4. La
incapacidad de aprender, la convicción de estar más instalados en el bucle del error que
en el del fracaso.
5. La
poca calidad fruto de la falta de profesionalidad y de talento. Contemplar el
emerger  de la mediocridad. En las
organizaciones,  talento llama talento
igual que mediocridad llama mediocridad.  Es un espiral terrible pero cierta.
6. Los
liderazgos egoístas. La incapacidad de compartir los logros. La falta de una
lógica de generosidad y empatía que permite entender que en una organización
todos quieren crecer. El no entender que liderar es servir.
7. La
lentitud y sinuosidad en las decisiones. Todo es complicado, farragoso, no hay
el mínimo sentido de fluidez organizacional.
8. La
cerrazón corporativa, el vivir en el perímetro de las propias ortodoxias. La
reclusión en la memoria corporativa y la no innovación. El aprecio a la inercia
por encima de todo. La sensación de estar más orientados a pasado que a futuro.
9. La
falta de reconocimiento al trabajo bien hecho, el poco estímulo al esfuerzo y
al despliegue emprendedor de la gente.
10. La
falta de respeto a las personas, la poca educación.  Respetamos a aquellos de los que aprendemos y
admiramos a aquellos que desprenden una coherencia natural.
No
nos preocupemos tanto de motivar a la gente, con no desmotivar,  debería ser
suficiente.
(la imagen pertenece a una obra de  Leonardo Da Vinci)