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Europa : la gestión mediocre de la crisis

11/06/2012

En
circunstancias especialmente complejas como las que vive Europa, la falta de
calidad de liderazgos políticos y la irresponsabilidad de las élites
financieras nos ha llevado a una situación de tal gravedad que el mismo proceso
de construcción europea se ha visto en peligro. 
La sensación de que la mediocridad continua en la política y de que a la
banca le cuesta pasar página de determinadas prácticas puramente
especulativas  produce desazón. La falta
de liderazgos solventes no consigue alinear a los agentes clave y la tentación
del “sálvese quien pueda” se extiende. 
Esta
sensación de mediocridad no es nueva. La Europa de entreguerras fue un gran
campeonato de mediocridades en liza que quedó atrapada en una dinámica “revolución
– contrarrevolución” que fue letal para la democracia y permitió el auge
victorioso del fascismo. En la primera mitad del siglo XX, la falta de
capacidad para cerrar bien la Primera Guerra Mundial estabilizando
financieramente Alemania y las consecuencias de la crisis de 1929 se
resolvieron con otra guerra mundial. Hasta entonces, las guerras eran los
mecanismos habituales para resolver las crisis serias. Debemos alegrarnos si
el  mundo consigue superar la actual
crisis sin una confrontación a gran escala, por que se tratará de una
innovación no menor desde una perspectiva histórica. En cualquier caso, si
miramos el panorama, echamos en falta líderes que trasladen una lógica de
proceder ilusionante  que se base en una
visión creíble y ambiciosa.
¿Cuál
es la visión de Europa hoy? ¿cuál es el horizonte de futuro que pretende para
el siglo XX? La actual crisis viene precedida por un fracaso estrepitoso de lo
que fue la Estrategia de Lisboa como plan para recuperar la competitividad
perdida. Europa no agarró bien el tren de la revolución tecnológica de los
noventa ni supo incrementar su competitividad a escala mundial. La nueva visión
de Europa, el papel qué quiere y puede jugar en el mundo, se determina en la
forma cómo salga de esta crisis. El modelo de la primera etapa de la
construcción de Europa, la que culmina en la moneda única, acabó con el estallido
de esta crisis. Ahora empieza otra etapa que puede ser de consolidación fiscal
compartida en una Europa políticamente integrada (unos estados unidos de Europa
reales) en la que el todo tenga más peso que la suma de las partes, o bien, una
Europa fragmentada internamente y marginal en el mundo. Viendo a nuestros
líderes nos entran dudas, pero Europa pagará con su decadencia su falta de
grandeza en este momento. No hay alternativa, o una Europa fuerte que aprenda a
competir en una globalidad que ya no lidera o una Europa periférica, repleta de
glorias del pasado pero progresivamente desahuciada en el presente y pocas
opciones de futuro. Es una hora grave y hay que arrimar el hombro.
La
Europa del futuro se hace de visión ambiciosa, de compromiso compartido y de
muchísimo esfuerzo.  Europa era un espacio
cómodo, ahora deberá ser un espacio de esfuerzo. Y el esfuerzo, no es algo de
liderazgos lejanos y mediocres, sino algo relacionado en cómo llenamos cada uno
de nosotros, los europeos, nuestras agendas. Se reparten las cartas de un nuevo
mundo y Europa debe jugar bien las suyas pensando en dónde quiere ir y no
solamente pensando de dónde viene.  Si
Europa no va unida y no hace las cosas mejor de cómo lo ha hecho gestionando
esta crisis, puede encontrarse en que ni la dejen sentarse en la mesa en la que
se deciden las cosas decisivas.
(El dibujo pertenece a una obra de Leonardo Da Vinci)