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Las fuentes de la confianza no cotizan en bolsa

02/06/2012

Las
fuentes de la confianza no cotizan en los mercados, dónde una endogamia de
financieros más o menos guiados por empresas de rating y mucha rumorología
acaban cada día bailando con valores que bajan cuando deberían subir y,
viceversa, en una danza que nadie entiende por que poco tiene que ver con la
economía real.
¿Qué
hay problemas? Sin duda. Leo la prensa de los 
diversos países dónde trabajo estos días y los titulares sobre España
asustan. Lo de Bankia es muy grave. La falta de liderazgos políticos sólidos
que deberían construir confianza en vez de exhibir mediocridad y desconcierto
en esta hora difícil, resulta exasperante. Entonces, si no podemos basar
nuestra confianza en unos mercados que parecen un casino ni de unos políticos
que, con pocas excepciones, resultan manifiestamente insuficientes para una
criticidad de tal envergadura, ¿de dónde podemos extraer la confianza?
De
los que predican con el ejemplo y hacen de su cotidianidad un compromiso serio
de futuro. De los que hacen más que dicen.  Los que se esfuerzan por vender porqué ellos
mueven los negocios. De aquellos que, no se dejan amilanar y continúan
comprando para que no pare la rueda de la producción. De los que piensan en
clave de oportunidad  e innovan porqué
quieren transmitir seguridad en el futuro de sus empresas e instituciones. De
los que no son ilusos pero tienen perspectiva histórica y saben que después de
batacazo viene la recuperación. De los que viajan por el mundo y abren mercado,
pasan tiempo fuera de casa y trenzan relaciones internacionales. Podemos
confiar en los que no se fían de sus éxitos pasados y tienen la humildad de
estar dispuestos a continuar aprendiendo. 
El talento es una fuente de confianza, especialmente el talento que se
arremanga y demuestra su calidad en resultados. 
Podemos confiar en los emprendedores que apuestan por arriesgar de su
bolsillo y que piensan más  en generar
valor para futuros clientes que en posibles subvenciones.  En los que han 
fracasado, aprenden y se levantan pensando en una nueva oportunidad. En
los desempleados que buscan trabajo sin desfallecer.
Hay
motivos para la confianza, tantos, al menos,  como 
para la inquietud.  Los motivos
para la confianza debemos buscarlos cerca, en la gente que conocemos, a los que
ponemos nombre y apellido. Los motivos para la incertidumbre están en todos los
titulares, quedan fuera de nuestro alcance.  Pero los otros, no, dependen en buena medida
de nosotros y de nuestro entorno.
Lo
peor de la crisis es cuando nos crece y nos paraliza por dentro, nos bloquea
las decisiones (de compra, de emprendimiento, de concretar oportunidades, de
contratar gente).  La forma para que nos
vaya mejor colectivamente es que cada uno a nivel personal haga lo posible por
no bloquearse.  Si uno deja de pedalear
se cae de la bicicleta y eso deberíamos evitarlo. No dejemos que la crisis nos
bloquee por dentro porque entonces cualquier mal augurio será una profecía de auto
cumplimiento. 
(la imagen pertenece a una obra  de Leonardo Da Vinci)
Publicado a Diari de Terrassa a 2 de junio de 2012