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Seleccionar esfuerzos, alicatar negocios

14/05/2012

En
todas partes encuentro gente que trata de hacer surcar sus empresas hacia
puertos, si no prósperos, al menos más estables. Son gente, empresarios o
profesionales, que se ocupan de día en una agenda más repleta de trabajo que de
beneficios y que, a menudo, no pueden dejar de preocuparse por la noche. Son
personas que no esperan que otros les resuelvan los problemas, simplemente
agradecen que no se los agraven. 
Aprenden a manejar el riesgo, lo distribuyen cómo saben, y consideran
que la gestión del riesgo tiene mucho que ver con el compromiso. Leen
apresuradamente los periódicos para no olvidar los contextos y trabajan todo el
día conectados a sus mundos, pensando en nuevos negocios o en innovar en los
negocios en los que están. Observan la bolsa cómo si de una lotería se tratara.
 No se sienten superhéroes, tampoco
simples supervivientes,  eso sí, sienten
la responsabilidad del que empuja un proyecto que tiene una comunidad detrás.
La mayoría de ellos son anónimos excepto para su ecosistema de negocio. Tienen
poco tiempo para quejarse, si una operación no sale bien hay que pensar en que
operación nos cubrirá el fracaso y si un cliente decae hay que inventar nuevos
clientes cómo sea.  A veces, esta gente
siente una cierta desazón cuando constata que algunos no son conscientes de que
todo ha cambiado en muy poco tiempo y viven anclados en un mundo que dejó de
existir. Le sonroja lo que ha pasado en algunos bancos. Seguramente les
gustaría una política menos cargada de palabrería y regate corto y se preguntan
por consensos imprescindibles, que si en una situación de emergencia cómo la
actual no se producen, empiezan a pensar que no se producirán nunca. Esta gente
no busca titulares de periódico, no busca homenajes, busca tener clientes
satisfechos y fieles, busca cobrar lo que ha servido, a veces, busca crédito
para continuar y frescura para innovar. Son gente de esfuerzo, que abre mercados dónde toque y que
innova porqué es su forma de estar en las empresas y en el mundo.  Son esa gente, que esboza una ligera sonrisa cuando
encerrados en su coche, alguien que nunca estuvo en una empresa les da
lecciones desde una tertulia. Callan y continúan.  No es que no les apetezca contestar, es que
saben a qué vale la pena dedicar los esfuerzos y qué acciones deben priorizar para alicatar sus negocios. 
(la imagen pertenece a una obra de Rembrandt)