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Ensambladores de tópicos

20/04/2012

No
pensar y actuar en consecuencia, esta parece ser la norma de algunos en estos
tiempos graves.  Hay gente que  confunde pensar con ensamblar tópicos, esas
ideas enlatadas que sirven para salir de cualquier atolladero de
complejidad.  Los tópicos son muy a
menudo apriorismos descontextualizados, aproximaciones simples por maniqueas.
Otras veces son modas que parecen demiurgos, útiles para un barrido y un
fregado.  Pero en general son recetas que
 buscan carambolear unas con otras para
cuadrar cualquier solución. Pensamiento precocinado.
Me
da igual que los tópicos sean de derechas o de izquierdas, sean liberales o
antisistema. Lo que cansa es la ilación dogmática , simple, que no deja espacio
a la duda ni invita a la reflexión. Los tópicos son la hoja de ruta de aquellos
que ni escriben ni inspiran sus discursos, son su refugio ante cualquier
digresión, son la ortodoxia de los mediocres. Acumulan lugares comunes comprados
en un todo a cien ideológico y  los
concatenan para que parezcan un relato político, sindical o empresarial. El
tópico es un plato que se sirve siempre con referencias internacionales, así el
tópico parece más ilustrado, casi infalible.
El
problema surge cuando los ensambladores de tópicos deben afrontar situaciones
adversas y hacer pedagogía de la complejidad. 
Los ensambladores de tópicos son perfectos para estructurar discursos
sobre lo que la gente quiere escuchar. Son buenos administradores del “sí”. Son
buenos tertulianos, gente que construye cualquier salida en 2 segundos que,
basadas en sus tópicos, nunca fallarían. Son buenos organizando asambleas de
ensambladores de tópicos en las que el tópico deviene consigna compartida. La
dificultad es cuando deben gestionar el “no” y presentar soluciones solventes,
aplicables, medibles. El problema de los ensambladores de tópicos es cuando la
realidad les desmiente una y otra vez. Entonces aparecen desnudos,  no están acostumbrados a pensar, incapaces de
buscar soluciones propias, de generar ideas y seleccionar entre ellas las que
son verdaderas oportunidades.
Vivimos
una situación para la que probablemente no estábamos preparados. Nuestras
inercias de cohesión y bienestar se ven cuestionadas muy seriamente. En esta
situación las recetas simples y unilaterales se estrellan ante un entorno muy
complejo. Recetas simples tanto pueden ser, el pretender que la austeridad sea
el motor económico, cómo proponer soluciones basadas en maniqueísmos del siglo
XIX. Da igual. Estamos ante un momento nuevo y hay que implementar soluciones
nuevas, pensadas. Es menos arriesgado innovar ( y no hay innovación sin riesgo)
que refugiarnos en  tópicos que no
funcionan porqué pertenecen a un mundo que dejó de existir, nos guste o
no.  Nos toca cuestionar ortodoxias con
la mente abierta y nos toca ir más allá de los tópicos gastados. Nos toca
pensar por cuenta propia y actuar en consecuencia. 
(la imagen pertenece a una obra de Rembrandt)