Nuestra
agenda es nuestro espejo profesional. Es lo que expresa esfuerzos y perezas que
nunca anotamos. Lo que muestra nuestra autonomía o nuestra dependencia real.
Evidencia los límites de la conciliación con otras vidas que también nos
esforzamos por vivir. La agenda es un espejo que habla de nosotros, de lo que
sabemos hacer y del que nos hace tropezar reiteradamente.
agenda es nuestro espejo profesional. Es lo que expresa esfuerzos y perezas que
nunca anotamos. Lo que muestra nuestra autonomía o nuestra dependencia real.
Evidencia los límites de la conciliación con otras vidas que también nos
esforzamos por vivir. La agenda es un espejo que habla de nosotros, de lo que
sabemos hacer y del que nos hace tropezar reiteradamente.
En
el fondo del espejo hay el tiempo perdido, es un tiempo profundo que no ha sido
palanca de nada significativo. Es el tiempo de las reuniones inútiles en las que no se decide nada. Las horas de los viajes
innecesarios. Encontramos el tiempo improductivo de las burocracias mal
resueltas o el tiempo infructuoso de la descoordinación. Este tiempo tedioso de las empresas que no
tienen liderazgo y en las que cualquier cosa cuesta mucho. Está el tiempo que
nos roban los pesados, que son gente que se ha especializado en abusar del
tiempo de los demás. Están los que usan básicamente su tiempo para quejarse. El
tiempo perdido en las clases dónde solo enseñan y no se aprende nada. Los ratos
con libros de trabajo que presentan una ratio de palabras por idea,
absolutamente injustificable. El tiempo de las conferencias excesivas cuando
todo el mundo quiere irse pero hay un secuestro tácito que bloquea a la
audiencia y la encadena a los asientos.
el fondo del espejo hay el tiempo perdido, es un tiempo profundo que no ha sido
palanca de nada significativo. Es el tiempo de las reuniones inútiles en las que no se decide nada. Las horas de los viajes
innecesarios. Encontramos el tiempo improductivo de las burocracias mal
resueltas o el tiempo infructuoso de la descoordinación. Este tiempo tedioso de las empresas que no
tienen liderazgo y en las que cualquier cosa cuesta mucho. Está el tiempo que
nos roban los pesados, que son gente que se ha especializado en abusar del
tiempo de los demás. Están los que usan básicamente su tiempo para quejarse. El
tiempo perdido en las clases dónde solo enseñan y no se aprende nada. Los ratos
con libros de trabajo que presentan una ratio de palabras por idea,
absolutamente injustificable. El tiempo de las conferencias excesivas cuando
todo el mundo quiere irse pero hay un secuestro tácito que bloquea a la
audiencia y la encadena a los asientos.
Entre
citas y reuniones hay también el tiempo ganado. Cualquier tiempo en el que
hayamos aprendido es un tiempo ganado. También el de las decisiones, más allá
de los resultados. El tiempo arañado en cualquier esquina de agenda que sirve
para escribir y pensar. El de los buenos tratos donde miramos que todos ganen.
El tiempo del reconocimiento a los que trabajan con nosotros es un tiempo
imprescindible que tendríamos que anotar espontáneamente en los márgenes y subrayarlo.
El ejercicio del liderazgo que busca la fluidez y la flexibilidad es
imprescindible para lubricar las organizaciones y conferir un tempo profesional
y corporativo lleno de sentido. El ritmo del negocio: el vender, el producir,
el cobrar, el volvamos a empezar. El tiempo del “¡brillo-brillo!”
citas y reuniones hay también el tiempo ganado. Cualquier tiempo en el que
hayamos aprendido es un tiempo ganado. También el de las decisiones, más allá
de los resultados. El tiempo arañado en cualquier esquina de agenda que sirve
para escribir y pensar. El de los buenos tratos donde miramos que todos ganen.
El tiempo del reconocimiento a los que trabajan con nosotros es un tiempo
imprescindible que tendríamos que anotar espontáneamente en los márgenes y subrayarlo.
El ejercicio del liderazgo que busca la fluidez y la flexibilidad es
imprescindible para lubricar las organizaciones y conferir un tempo profesional
y corporativo lleno de sentido. El ritmo del negocio: el vender, el producir,
el cobrar, el volvamos a empezar. El tiempo del “¡brillo-brillo!”
Nuestra
agenda somos nosotros. Nuestras agendas son nuestra trayectoria. Nuestras
agendas son nuestro relato. La agenda nos marca las inercias y las pequeñas
ortodoxias. Nos recuerda fracasos de los que fuimos aprendiendo y errores de
los que no aprendimos. También los momentos de plenitud compartidos con los
equipos.
agenda somos nosotros. Nuestras agendas son nuestra trayectoria. Nuestras
agendas son nuestro relato. La agenda nos marca las inercias y las pequeñas
ortodoxias. Nos recuerda fracasos de los que fuimos aprendiendo y errores de
los que no aprendimos. También los momentos de plenitud compartidos con los
equipos.
Escucho
un magnifico Rector argentino en una reunión decir “se puede perder dinero, lo
que no se puede perder es tiempo”. Dinero se puede encontrar más, pero tiempo, no. Efectivamente, las agendas son un espejo
pero no son una hucha.
un magnifico Rector argentino en una reunión decir “se puede perder dinero, lo
que no se puede perder es tiempo”. Dinero se puede encontrar más, pero tiempo, no. Efectivamente, las agendas son un espejo
pero no son una hucha.
(la imagen pertenece a una obra de Aelbert Cuyp)