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Huir de la complejidad

15/02/2012

Hay
personas que cuando se sienten incómodas por el cambio de un paradigma o de un
contexto, se refugian en los tópicos y huyen de la complejidad. Exigen certezas
que ya nadie puede dar porque son referencias de un mundo que va dejando de
existir. Los mundos que caducan tienen cosas buenas y malas, beneficiaban a
unos y perjudicaban a otros en el devenir dialéctico de la historia que
aprendimos en nuestra juventud. La crisis que vivimos hace emerger un mundo de
nuevas complejidades configuradas por  actores emergentes,  nuevas reglas, por la innovación social y
tecnológica, por nuevas escalas globales.
 Huir de la complejidad es una forma de
resistir el cambio que dura lo que dura una transición. Puede retrasar una
transición pero que no la detiene.  En la
España del siglo XIX el Carlismo era un movimiento que huía de una nueva
complejidad y quería aferrarse a un inmovilismo envuelto de religión.  Condicionaron la emergencia de la sociedad
burguesa pero no la detuvieron y sus epílogos duraron más de un siglo.  Hoy tampoco nos faltan inmovilistas.
El
reto de Europa es reposicionarse positivamente en una nueva complejidad.
Intentar huir de esta nueva complejidad, menos favorable a Europa no nos
ayudará.  Los discursos simples, anclados
en paradigmas del siglo XIX o XX, harán mucho ruido, tendrán fuerza para el
chantaje social durante un tiempo, pero no detendrán la historia.  Es más inteligente salir de nuestra área de
seguridad y comprometerse en construir sociedades justas y prósperas en la
nueva complejidad en vez de erigir infinitas pancartas reclamando mundos que
declinaron, y que en su declive reparten las oportunidades de un modo
diferente.  
Recuerdo
con gran respeto las clases de historia Josep Fontana en la UAB, eran un
lujo.  Siempre asocié a su figura al reto
de divulgar sin vulgarizar. ¿cómo divulgar esta nueva complejidad para pensarla
y buscarle salida ? Se trata de divulgar la complejidad, que se puede expresar
con sencillez, pero no de vulgarizarla desde la simplicidad. La complejidad no
necesita sofisticación si no capacidad de pensarla descubriendo las nuevas
conexiones que no nos eran evidentes.  La
respuesta nunca está en reducir el pensamiento para aumentar el ruido.  La respuesta está en pensar, comprometerse,
arriesgar, innovar, responsabilizarnos personalmente para defender en un nuevo
contexto los valores que nos dan sentido como sociedad y como personas. 
La
simplicidad convoca pero no resuelve. La complejidad, sin ser pensada,
paraliza, atemoriza, provoca huidas hacia atrás.  La simplicidad se fundamenta en la acumulación
de tópicos, la complejidad tiene muchas más incertezas, nos exige otras
habilidades.  Pensar la complejidad
implica desaprender y emprender. La simplicidad simplemente quiere enseñar
desde libros caducos y adoptar la queja infinita.
Estos
días me persigue la cita de Churchill  y
me hace pensar:  “Out of intense complexities intense simplicities emerge”. 

(la imagen pertenece a una obra de Rubens)