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Guardianes y prisioneros de lo posible

10/01/2012

Dimitieron
de su inconformismo sin dolor. Simplemente se cansaron de su propia disonancia.
Se mimetizaron en la inercia. Su inconformismo con la calidad mejorable, con
los ritmos más orientados a la propia estructura que a los clientes, con la
sinuosidad de las decisiones, con la burocracia paralizante, con la estulticia
corporativa, poco a poco se fue diluyendo. Y acabaron por ser guardianes y
prisioneros de lo posible.
Los
procesos de innovación tienen mucho de recuperar estas energías de inconformismo.  De no ceñirse simplemente al redil de lo
posible.  Tienen mucho de volver a
cuestionar ortodoxias, de recuperar sueños de imposible. Los procesos de
innovación necesitan ilusión, volver a creer. 
Porqué no se  trata de tener
nuevas ideas, se trata de llevarlas a cabo y esto requiere un cierto compromiso
más allá de lo posible. Comporta abrir la mente.  Requiere no ver cualquier alteración del
flujo de la normalidad como una molestia. Supone ser apasionados de las
oportunidades y realizarlas con decisión, intentando ganar, otra vez, a los
guardianes y prisioneros de lo posible.
Para
estos guardianes a la vez que prisioneros, 
lo imposible es lo que ellos no supieron hacer (o no les dejaron hacer).
Pero este es un argumento limitado. Innovar consiste también en recuperar sus
energías iniciales de cambio, en rejuvenecer sus compromisos  para no confundirnos todos: experiencia e
inercia son cosas distintas.  

(la mirada pertenece a una obra de Rafael)