Hay
reuniones de gente muy interesante que se vean saboteadas por la incontinencia
verbal de algunos de sus asistentes, gente tan pagada de sí misma que no es
capaz de situarse en el mapa de talento de la reunión. Confundiendo locuacidad
con interés, hablan y hablan mientras gente de sabiduría contrastada calla y
escucha como quién aguanta un chaparrón de verborrea tan insustancial como inesperada. En silencio,
el resto piensa “por Dios, cuando
callará este niñato” . Y es que algunos son expertos en todo, menos en empatía,
y asisten a reuniones que, sin su vocación de tertulianos sabelotodo, serían
mucho más interesantes. Aprender a callar, compartir en brevedad, tener mesura
y capacidad de síntesis, es una forma de madurez. Algunos no adquieren este
tipo de madurez ni en su vejez otros tienen este respeto inteligente de modo
natural. El síndrome del tertuliano nos hace mucho daño.
reuniones de gente muy interesante que se vean saboteadas por la incontinencia
verbal de algunos de sus asistentes, gente tan pagada de sí misma que no es
capaz de situarse en el mapa de talento de la reunión. Confundiendo locuacidad
con interés, hablan y hablan mientras gente de sabiduría contrastada calla y
escucha como quién aguanta un chaparrón de verborrea tan insustancial como inesperada. En silencio,
el resto piensa “por Dios, cuando
callará este niñato” . Y es que algunos son expertos en todo, menos en empatía,
y asisten a reuniones que, sin su vocación de tertulianos sabelotodo, serían
mucho más interesantes. Aprender a callar, compartir en brevedad, tener mesura
y capacidad de síntesis, es una forma de madurez. Algunos no adquieren este
tipo de madurez ni en su vejez otros tienen este respeto inteligente de modo
natural. El síndrome del tertuliano nos hace mucho daño.
(este fondo pertenece al gran Giovanni Bellini)