Si
no puedo dibujarlo es que no lo entiendo, decía el inagotable Einstein. Para
pensar necesito un papel, construir esquemas, establecer flujos. No concibo mi
escritorio sin un Din-a-3 dónde garabatear conceptos (el din-a-3 permite pensar
en grande), ni una moleskine sin rayas en el bolsillo. Sabemos lo que sabemos
cuando lo contamos, para hablar con uno mismo y pensar, hay que dibujar el
pensamiento. Los esquemas en el papel no son garantía de la calidad del
pensamiento pero son testigo íntimo del esfuerzo por pensar, crear algo,
construir soluciones. A veces, los esquemas aspiran a pequeñas obras de arte, otras veces
simplemente son espejo de confusión que requieren más y más versiones. Pensar es
dibujarse.
no puedo dibujarlo es que no lo entiendo, decía el inagotable Einstein. Para
pensar necesito un papel, construir esquemas, establecer flujos. No concibo mi
escritorio sin un Din-a-3 dónde garabatear conceptos (el din-a-3 permite pensar
en grande), ni una moleskine sin rayas en el bolsillo. Sabemos lo que sabemos
cuando lo contamos, para hablar con uno mismo y pensar, hay que dibujar el
pensamiento. Los esquemas en el papel no son garantía de la calidad del
pensamiento pero son testigo íntimo del esfuerzo por pensar, crear algo,
construir soluciones. A veces, los esquemas aspiran a pequeñas obras de arte, otras veces
simplemente son espejo de confusión que requieren más y más versiones. Pensar es
dibujarse.
(la imagen es de XM, col·lecció Pisa)