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Cuando las infraestructuras son espejo de frustración

23/08/2011



Estoy absolutamente convencido que los que decidieron en España sobre el aeropuerto de Castellón, el de Huesca, Ciudad Real o Lleida , o sobre el AVE en Cuenca creían sinceramente que invertían en palancas de modernización de estos territorios. Además daban respuesta a demandas territoriales arraigadas y transversales que consideraban que todos sus males venían de la falta de infraestructuras. Los políticos daban respuesta a peticiones sociales bien explícitas. Cuando estas infraestructuras (que en tiempos de crisis se perciben mucho más caras que cuando se tomaron las decisiones que las impulsaron) se llevan a cabo y se muestran como completamente ineficientes a pesar de los esfuerzos institucionales por darles vida artificial, se genera una oleada de frustración territorial notable.

Si alguien antes de la decisión de crear las infraestructuras hubiera esgrimido estudios de mercado contrarios hubiera sido visto como un aguafiestas, hubiera creado un problema político – social- mediático notable y recibido una condena unánime de las fuerzas vivas que habrían esgrimido una trayectoria de marginalidad que por fin se podría superar.

Resulta evidente que el desarrollo territorial no responde a la receta precocinada que indicaba que poniendo un aeropuerto, una universidad, un centro tecnológico y mucha parafernalia TIC en un territorio, el desarrollo fluiría sin duda y generaría un efecto “Silicon Valley” seguro. No es tan fácil.

Las infraestructuras siempre ayudan (otra cosa es que sean eficientes a corto plazo) y por tanto lo razonable es pensar más en las bases que las hagan rentables a largo plazo que insistir ahora en discursos que nieguen o disfracen ineficiencias evidentes. Lo que desarrolla los territorios son los emprendedores y especialmente los empresarios. Sin crear nuevas empresas y sin hacer crecer las existentes las infraestructuras nunca tendrán sentido. Pero lograr esto no es cuestión de cortar cintas, si no de construir un verdadero ecosistema de desarrollo basado en personas con nombre y apellidos y proyectos corporativos e iniciativas sociales de envergadura.

Es evidente que para los representantes político – sociales de un territorio es mucho más fácil conseguir que las administraciones (no importa el color) inviertan en infraestructuras que conseguir que sus jóvenes no quieran ser funcionarios si no emprendedores o que los que lideran proyectos empresariales piensen en hacerlos crecer más y no en venderlos. Los territorios no se autocritican fácilmente, más bien abrazan análisis en lo que todo es culpa de los demás. Así mientras las infraestructuras reclamadas se pueden presentar como un demiurgo y ser motivo de gran movilización social, promover los territorios desde proyectos concretos y desde la asunción de riesgos privados serios, es mucho más complicado. Si además se combina una actitud muy favorable a las infraestructuras pero no se crea un verdadero clima de apoyo a empresas estratégicas, serias, que crean ocupación y desarrollo, los resultados se contabilizan más en discursos que en nueva ocupación.

Toca ya pasar página de una generación de políticas públicas de desarrollo basadas en recetas obsoletas, en mucho mimetismo y en técnicos de promoción económica que no conocen una por una las empresas de su entorno.

Toca pensar, toca innovar, toca crear ecosistemas que permitan más compromiso y más riesgo empresarial concreto, tangible. Lo demás se me antoja artificial, a veces a la corta, a veces un poco más a la larga, pero artificial al fin y al cabo, sin impacto significativo.

Las políticas públicas pueden decidir sobre infraestructuras pero les es mucho más difícil decidir y obtener resultados sobre talento emprendedor y compromiso empresarial. Ni el riesgo, ni el compromiso, ni el crecimiento empresarial se obtienen por decreto o solamente por tener infraestructuras. El factor clave del desarrollo territorial son las personas. Lo que podríamos llamar la calidad emprendedora – empresarial de un territorio.



(la imagen es de Cossa)