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y si hablamos más de empresarios y no solamente de emprendedores

17/08/2011



Fruto de algunos comentarios de Jaime Fainé (en Facebook) y Juanjo Villanueva (en el blog) que agradezco mucho, escribo algunos líneas sobre el valor social de la empresa en un contexto de inquina habitual contra la empresa.

La actitud anti – empresarial se palpa por doquier, en los institutos de secundaria, en la universidad, en los periódicos, en las series de televisión, en las administraciones. Las empresas son cuerpos sociales fácilmente denostados, tener una empresa para algunos es sospechoso intrínsecamente. Pero sin empresas no hay empleo y sin empleo no hay sostenibilidad ni vertebración social conocida. El diagnóstico compartido para salir de la crisis es que las empresas encuentren nuevas sendas de crecimiento y vuelvan a contratar gente.

Necesitamos más empresa: nuevas empresas y viejas empresas que crezcan, pero queremos hacerlo con una imagen social del empresario como la de un depredador. A menudo muchos se sienten cómodos hablando de emprendedores pero no de empresarios por eso halo de sospecha que acompaña al empresario. Necesitamos un nuevo paradigma empresarial que tenga reconocimiento social precisamente por la función social prioritaria de la empresa y necesitamos que los propios empresarios sean mucho más serios y cuidadosos con los líderes que eligen para representarles en la sociedad.

Nunca he sido partidario de que las empresas tengan grandes programas de responsabilidad social (la famosa RSC) al margen de su core business, si no que sean integralmente responsables. Es decir, que construyan comunidades que solamente entiendan su progreso acompañado del progreso de su entorno, en la que no solamente crezcan los altos directivos si no que sean escuelas de desarrollo profesional para todos, en la que el talento y el mérito sean axiomas y el principal programa social sea contribuir a vertebrar sus comunidades ofreciendo puestos de trabajo.

Empresas que cuando ganan dinero lo comparten con quienes lo han generado y que cuando pierden dinero saben ajustarse naturalmente todos la retribución , empresas que innovan por responsabilidad social y arriesgan por sentido de futuro, empresas que son conducidas por líderes que lideran con lógicas destiladas en su propio ejemplo. Las empresas no son ni fábricas – cárcel como en el siglo XVIII ni guarderías como algunos querrían, son comunidades de personas cuyo proyecto debe transcender y repercutir positivamente en su entorno local o global.

Las empresas deben generar valor económico ( si no ganan dinero, cierran) para poder generar valor social. Estas empresas deben ser la base de la organización social y no deben ser molestadas por las administraciones, puesto que su proyecto es un proyecto social de calado. Debería ser fácil, con la información que acumulan, que las administraciones distinguieran entre las empresas estratégicas para la sociedad de aquellas que son empresas – saltimbanqui y no miran más que a la especulación a corto sin importarles nada el entorno social. No es tan difícil de discernir. Pero igual deberían hacer los sindicatos olvidando esquemas de negociación que nacen del gremialismo medieval y meten a todos en el mismo saco.

Debemos dar más voz a empresas y empresarios integralmente responsables, debemos ofrecer más ejemplos de empresarios que son vertebradores sociales y se alejan de la imagen de depredadores actual. Los primeros responsables del cambio son los empresarios que deben proyectar empresas menos pijas y más comprometidas y sus organizaciones corporativas que deben predicar con el ejemplo, pero también los profesionales, los sindicalistas, periodistas, los políticos, los profesores…….

Debemos construir una nueva cultura empresarial integralmente responsable. La primera responsabilidad de la empresa es ganar dinero dando trabajo y contribuyendo a comunidades sociales vertebradas y a entornos naturales sostenibles, a partir de ahí, que paguen las camisetas de un equipo de futbol del barrio o patrocinen el MOMA es importante pero secundario.

Necesitamos empresarios que encuentren reconocimiento social más por el trabajo que generan que por el dinero que ganan, más por los proyectos de éxito y fracaso que acumulan que por sus apariencias, y necesitamos administraciones que sepan discriminar justamente y que, por ejemplo, carguen fiscalmente mucho más a aquellos que ganan dinero sin crear puestos de trabajo que aquellos que ayudan a vertebrar la sociedad creando puestos de trabajo.

Porqué no hablamos más de empresarios y no solamente de emprendedores…..

(El fondo es de Roberti).