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el oficio de consultor

07/08/2011


La crisis y los cambios en las administraciones hacen que mucha gente se aventure en el mundo de la consultoría. No lo critico, cuanta más gente más es la exigencia de aportar valor. Y esto no es fácil. No hay clientes estúpidos que necesiten un consultor que les guie. Hay clientes inteligentes que tienen el mérito de pilotar naves complejas que pueden contratar servicios externos si ven en ello una ayuda que facilite sus proyectos. Llevo casi diez años en el mundo de la consultoría, me gusta, me permite trabajar con gente y proyectos muy distintos y participar de retos impresionantes, y me gusta hacerlo en equipo, compartiendo este oficio con gente de la que aprendo cada día. Permitidme, por un día hablar del oficio, de lo que creo que es y de lo que creo que no es, después de diez años, con aciertos y con errores, con cosas que ahora haría distintas y otras en las que debería haber insistido más en mi posición. Diez años aprendiendo el oficio.

La consultoría para mí no es:

1. Hacer papeles, informes, dictámenes. (Al menos eso no es todo).

2. Tener ideas y servirlas como ideas (en vez de evaluarlas como oportunidades).

3. Acicalar diagnósticos (el famoso “pedir el reloj para decir la hora que es”).

4. Trazar planes como el que diseña platos que nunca cocinará.

5. Recetar las últimas modas del management para cualquier patología (una especie de “coolhunter” de la gestión).

La consultoría para mí es:

1. Construir soluciones, proyectos: aplicables, tangibles, medibles.

2. Definir contextos que permitan la diferenciación ( la estrategia adquiere sentido si es realmente diferencial).

3. Profundizar en herramientas y métodos que nos ayuden a pensar – actuar y compartir nuevas arquitecturas con los clientes.

4. Networking orientado a resultados.

5. Anticipar tendencias y evaluar su idoneidad (para ello hay que leer mucho, pero hay que pensar más).

6. (5+1) Algunas veces, y si hay el respeto que permite el aprendizaje mutuo: coaching.


(la (la imagen es de Delf)