Las curvas de incorporación de los nuevos directivos que llegan a una organización no son simplemente curvas de asimilación, son curvas de aprendizaje. Deben ser espacios de interacción, dónde las organizaciones aprovechen la ocasión que les brinda incorporar nuevo talento para mejorar, para innovar, para cambiar y dónde los directivos se incorporen a sus nuevas organizaciones sin desperdiciar la enorme oportunidad de aprender de ellas.
El rendimiento y la calidad de la curva de incorporación van a marcar en gran medida el encaje y la performance del directivo en la nueva organización. Lo peor es la curva de soberbia, de directivos que piensan que nadie les debe enseñar nada y de organizaciones que creen que pueden domesticar a cualquier directivo que les llegue. La humildad ayuda, los éxitos pasados no garantizan nada ni a las organizaciones ni a los directivos. La humildad, que no está reñida con la decisión y la ambición, ayuda a que las curvas de incorporación sean curvas de oportunidad.
(la imagen es de otro Martini, Francesco di Giorgio).