Recuerdo perfectamente que al empezar LTCproject dejaba mi antiguo trabajo con tres potenciales clientes que me habían confirmado que contratarían los servicios de la nueva empresa que íbamos a crear con toda probabilidad. Era un inicio alentador y tranquilizador. Pero no fue verdad. Por una u otra razón, los tres proyectos que debían ser la plataforma de lanzamiento de la nueva empresa no se concretaron nunca. O sea que no empezamos de cero si no de bajo cero si contamos el impacto emocional que aquellos primeros “no” tuvieron en nosotros, emprendedores inexpertos. Rápidamente aprendimos tres cosas: primera, los contratos no son verdad hasta que se cierran del todo y se empieza a trabajar, segunda, en casa no te viene a buscar nadie (y menos cuando empiezas) y tercera, hay muchas puertas a las que llamar, tantas como nuestra amplitud mental, nuestra capacidad relacional y nuestro esfuerzo, alcancen. Lo peor es ofuscarse, quedarse mirando las puertas que se cierran, hay que ser muy rápido en identificar nuevas puertas, nuevas propuestas de valor que ofrecer, nueva gente con la que hablar de futuro.
Empieza el año, es un buen momento para fidelizar algunas puertas y para llamar a aquellas puertas que hemos sido capaces de imaginar algo de valor que ofrecer. No es una rutina, es del motor.
Empieza el año, es un buen momento para fidelizar algunas puertas y para llamar a aquellas puertas que hemos sido capaces de imaginar algo de valor que ofrecer. No es una rutina, es del motor.
(la imagen es de A. Gentileschi)