Las empresas que han tenido éxito y han crecido gracias a el, ¿pueden anidar innovaciones disruptivas, es decir, innovaciones que suponen un cambio drástico de mentalidad? No es fácil. Algunas empresas optan por comandos casi clandestinos que quedan al resguardo de los anticuerpos que encontrarían en el contexto corporativo para instar negocios radicalmente distintos. Otras optan por monitorizar empresas pequeñas que hacen un tipo de competencia diferente que nunca interesaría a la empresa grande por precios y dimensión de mercado pero que se fundamenta en otra lógica de calidad y relación con el cliente con alta capacidad disruptiva. Otras empresas simplemente optan por desafiarse internamente y crear dinámicas de Corporate Venturing que gracias a un fuerte liderazgo innovador soportan la tensión que genera ir contracorriente de lo que ha fundamentado el éxito en el pasado.
La linealidad no existe cuando hablamos de innovación disruptiva y aquellos que han tenido una fórmula de éxito en el pasado no lo tienen fácil para reprogramarse y arriesgar con nuevas fórmulas basadas en lógicas alternativas a las que les han permitido ser lo que son. El éxito conduce a la innovación incremental o de apoyo. La innovación disruptiva es propia de pioneros o fracasados, o bien de empresas que luchan cada día contra la soberbia que conlleva creerse los propios éxitos.
La humildad con convicción y ambición es más disruptiva que la soberbia corporativa.
(La imagen es de Dürer)