Hablo con un empresario importante que lucha por mantener la humildad corporativa (y personal) dentro del gran proceso de crecimiento que ha vivido.
Anoto estas ideas:
1. No hay cliente pequeño. Cuando se empieza a desdeñar a los clientes pequeños es el principio del fin.
2. Alguna alarma contundente debe dispararse cuando el cliente se siente menos importante que el ofertante.
3. Las empresas grandes mueren a menudo de estulticia (necedad, tontería, desidia por aprender).
4. Las empresas grandes, consolidadas, corren un gran riesgo de volverse soberbias (quizás sus directivos uno a uno no son soberbios, pero proyectan colectivamente una cultura de soberbia que se contagia internamente y es percibida negativamente por los clientes).
(la imagen es de S. Martini)