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Creación de empleo y políticas públicas

12/09/2010

Dos obviedades para empezar: acabar con un 20% de paro no será fácil para España y el paro solamente se combate generando empleo. Perogrullo. ¿Quién genera empleo? Puesto que no todo el mundo puede trabajar en la administración, los ojos deben estar focalizados en las empresas. Se acaba de impulsar una reforma laboral que pretende reducir las barreras a la contratación reduciendo el riesgo de quién arriesga. Evidente, pero no es suficiente. Lo realmente importante es cambiar la cultura y favorecer a los que mantienen y crean empleo. Hay un debate interesante en USA (con agentes muy diversos como la Kauffman Foundation http://www.kauffman.org/newsroom/causes-for-firm-formation-and-job-creation-reveal-keys-to-growing-economy.aspx o poderosos Think Tanks como Brookings http://www.brookings.edu/~/media/Files/rc/papers/2010/0604_innovation_small_business/pb_175.pdf ) sobre quién genera empleo y si las políticas públicas pueden tener alguna eficiencia en el apoyo a los que generan empleo. En lo que todo el mundo está de acuerdo es que las administraciones lo pueden poner muy difícil a la hora de impulsar nuevos proyectos. Ayudar es difícil porqué en el fondo se trata de decisiones privadas de riesgo y hay múltiples factores que intervienen. En cambio, dificultar la vida a las empresas es fácil y más viniendo de la tradición administrativa que venimos. Es fácil dificultar la aparición de un nuevo negocio, es fácil pedir a una empresa la intemerata de procedimientos burocráticos, es fácil pensar en más tasas, es fácil tratar a las empresas como sospechosos habituales o aislar los trámites de un tempo de competitividad real. Lo difícil es crear empleo desde estas mismas empresas a las que es tan fácil ponérselo difícil.

Las políticas públicas deberían estar impregnadas de una cultura que se concretara en:

1. No entorpecer innecesariamente el desarrollo empresarial y hacer una auditoría inmediata de todo aquello que en la práctica dificulta la competitividad empresarial. Antes de continuar haciendo discursos atildados a favor de la innovación y del emprendimiento todos los políticos deberían hacer auditar el inventario de impedimentos a un desarrollo empresarial competitivo de sus propias administraciones, bajando al detalle, al trámite, a los tiempos.

2. Ser muy selectivo en las ayudas públicas, tener criterio estratégico en su concepción y una mezcla de focalización, flexibilidad y rapidez en su ejecución.

3. No malacostumbrar a las empresas ofreciendo ayudas que intenten reducir el riesgo empresarial o sustituir su liderazgo natural. Sin líderes ni riesgo no hay empresas, hay sucedáneos que se acostumbran a sobrevivir con periódicas ayudas públicas y no crecen.

4. Incorporar profesionales en las administraciones que conozcan la lógica empresarial, que entiendan la importancia del tempo en los negocios o que sepan de la dificultad de tomar decisiones o de lo determinante que es vender y cobrar en las empresas.

5. Entender que es tan importante mantener empleo como crear nuevo empleo para acabar con el paro pero que hay una condición básica para ambos casos: su capacidad competitiva al margen de las ayudas de la administración.

6. No desarrollar una lógica perversa entorno al empleo público. Cuando hay una reducción muy importante de los presupuestos públicos que no se traduce nunca en disminución significativa de las plantillas públicas, hay menos dinero para la contratación de obras y servicios por parte de la administración lo que afecta directamente a todas las empresas que trabajan para la administración muy negativamente. Se mantiene un empleo que va directamente contra la competitividad, es paro encubierto, cuando lo que necesitamos es potenciar la creación de empleo con sentido de competitividad. Se mantiene un empleo innecesario que además envenenará la productividad pública y por el contrario no se incentiva la creación de empleos en empresas que trabajan para el entorno público. es el camino fácil pero no es el camino.

Necesitamos cambiar la cultura entorno a la empresa, que es quién genera empleo. Hay que refundar la cultura entorno al hecho empresarial, en las administraciones, en la escuela, en la universidad, en los medios, y por descontando, menospreciar a los especuladores que en nombre de empresas no aportan valor social pero no confundirlos con los que entienden el hecho de emprender como un bien social, con aquellos que seriamente se proponen crear empleo y desarrollo en el territorio desde las empresas. La mejor manera de no confundirlos y de reconocerlos es empezar por no ponerles trabas innecesarias.

(El detalle es otro azul de S. Martini)