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El contagio de lo absurdo

05/08/2010

La motivación es cosa de cada uno, la desmotivación es una tarea persistente que algunas personas u organizaciones se empeñan en enarbolar. Una de las cosas que más desmotivan, cuando no enervan, es toparse con lo absurdo. Perder tiempo en tareas inútiles a sabiendas que lo son, perder tiempo y dinero en gestiones impropias de nuestro tiempo atendiendo a burocracias resistentes a funciones obsoletas, dedicar recursos a objetivos imposibles que además no pueden ser. Lo absurdo desmotiva, emborrona el ambiente y la gestión, pone de malhumor.
Lo mejor ante el absurdo es intentar obviarlo, dejarlo atrás, que no nos venza. El absurdo nos vence cuando además de tiempo ocupa nuestro cerebro. Ante el absurdo hay que confrontar la construcción de proyectos con sentido, de relatos con sustancia, de ejemplos que rebosen compromiso con el futuro.
Regodearse en la nada es propio de mediocres, es su terreno natural. Para algunos es su única forma de demostrar poder: la práctica de la discrecionalidad arbitraria. Escapar de la mediocridad es a menudo escapar del absurdo.
Si alguna vez hemos sido víctimas de lo absurdo, debemos asegurarnos que, si está en nuestra mano, nunca condenaremos a los demás al mismo absurdo que aborrecemos. Es más fácil de lo que parece repetir. Lo absurdo contagia.

(Los ojos son obra de Piero della Francesca)