¿Cómo generar proyectos que reactiven la economía y generen ocupación? Es la pregunta del millón de dólares para muchos “policy-makers” de todas las escalas territoriales.
Lo decisivo para que exista desarrollo territorial son proyectos significativos, gente capaz y empresas competentes y con capacidad de innovar y arriesgar. Son tres vectores fundamentales y relacionados entre sí, por descontado.
Las políticas públicas deben focalizarse en talento, proyectos y estímulo del crecimiento empresarial. Si estos vectores se acompañan de otras infraestructuras como universidades, parques tecnológicos, centros tecnológicos, incubadoras, clúster que generen valor, incubadoras, es perfecto. Aunque ya sabemos que inferir que de estas infraestructuras van a ser palanca de gran crecimiento territorial es más que incierto. No hay que alterar el orden. Lo decisivo es la gente, los proyectos y las empresas. No al revés.
Por tanto a la hora de hacer políticas de desarrollo hay que hacerse algunas preguntas. Vamos a preguntarnos sinceramente sobre nuestro “pipeline” de proyectos territoriales privados y públicos (volumen, dimensión, potencial, orientación a pasado o a futuro, impacto real). Vamos a preguntarnos seriamente, sin papanatismos provincianos ni sin minusvalorar a nadie, sobre nuestra gente de talento. ¿qué expectativa de decisiones de calidad podemos tener sobre la gente de talento? ¿qué expectativa tenemos en capacidad de arriesgar? Si tenemos gente que está acostumbrada a tomar decisiones de miles de Euros y queremos que las tomen de millones de Euros tenemos un problema a corto plazo. ¿Qué hacer? Vamos a preguntarnos por nuestras empresas tractoras, las que vertebran el tejido de pyme de alrededor, las que son claves para la cultura empresarial de un territorio.
Las universidades, los centros y parques tecnológicos son infraestructuras de competitividad. Nada que objetar, al contrario. Pero estas infraestructuras funcionan eficientemente si están pobladas de talento, rodeadas de empresas con proyectos de alto impacto, vertebradas por proyectos de dimensión significativa. En cambio, en el top of mind de muchos gestores públicos continuan pensando más en ladrillo que en proyectos, más en sujetos indefinidos que en talento, más en vagas iniciativas público – privados que en empresas. Lo que pasa es que sabemos cómo hacer una universidad o un parque tecnológico y no sabemos manejar políticas públicas efectivas sobre personas – proyectos – empresas. Aunque estamos aprendiendo porque la falta de resultados nos obliga a ello. Y más que nos obligará. Es responsabilidad de todos. Criticar es demasiado fácil. Hay que construir.
Las políticas públicas deben focalizarse en talento, proyectos y estímulo del crecimiento empresarial. Si estos vectores se acompañan de otras infraestructuras como universidades, parques tecnológicos, centros tecnológicos, incubadoras, clúster que generen valor, incubadoras, es perfecto. Aunque ya sabemos que inferir que de estas infraestructuras van a ser palanca de gran crecimiento territorial es más que incierto. No hay que alterar el orden. Lo decisivo es la gente, los proyectos y las empresas. No al revés.
Por tanto a la hora de hacer políticas de desarrollo hay que hacerse algunas preguntas. Vamos a preguntarnos sinceramente sobre nuestro “pipeline” de proyectos territoriales privados y públicos (volumen, dimensión, potencial, orientación a pasado o a futuro, impacto real). Vamos a preguntarnos seriamente, sin papanatismos provincianos ni sin minusvalorar a nadie, sobre nuestra gente de talento. ¿qué expectativa de decisiones de calidad podemos tener sobre la gente de talento? ¿qué expectativa tenemos en capacidad de arriesgar? Si tenemos gente que está acostumbrada a tomar decisiones de miles de Euros y queremos que las tomen de millones de Euros tenemos un problema a corto plazo. ¿Qué hacer? Vamos a preguntarnos por nuestras empresas tractoras, las que vertebran el tejido de pyme de alrededor, las que son claves para la cultura empresarial de un territorio.
Las universidades, los centros y parques tecnológicos son infraestructuras de competitividad. Nada que objetar, al contrario. Pero estas infraestructuras funcionan eficientemente si están pobladas de talento, rodeadas de empresas con proyectos de alto impacto, vertebradas por proyectos de dimensión significativa. En cambio, en el top of mind de muchos gestores públicos continuan pensando más en ladrillo que en proyectos, más en sujetos indefinidos que en talento, más en vagas iniciativas público – privados que en empresas. Lo que pasa es que sabemos cómo hacer una universidad o un parque tecnológico y no sabemos manejar políticas públicas efectivas sobre personas – proyectos – empresas. Aunque estamos aprendiendo porque la falta de resultados nos obliga a ello. Y más que nos obligará. Es responsabilidad de todos. Criticar es demasiado fácil. Hay que construir.
(El detalle es una imagen de Perugino)