Acabo de leer el libro de Alfons Cornella “Visionics” que es una buena perspectiva de los 10 años de Infonomía. Alfons es un pensador brillante y un buen comunicador. Estar con él es aprender. Lee libros y situaciones, las metaboliza en clave de gestión y lanza ideas desafiantes. Alfons contagia a los demás ganas de pensar, lo que no es algo precisamente menor ni frecuente.
Días después de leer su libro me viene a la cabeza una idea que expresa en la introducción, dice Alfons que aprende escribiendo. No me extraña. Lo comparto plenamente. Es cuando escribes (en general cuando te expresas) que sabes lo que sabes, que aclaras el pensamiento y la trayectoria de aprendizaje. A veces, en sesiones de coaching, pido a alguno de mis clientes que escriban y constato como algunos han perdido el hábito. Se nota que más que formular ideas, las dictan o que como mucho se atreven con un power point. Escribir tiene una componente de estructurar, de jerarquizar conceptos, de expresar la complejidad que no hay que perder. No hace falta escribir parrafadas, apuesto por la brevedad. Pero insisto, hace falta pensar, aprender y escribirlo para compartir el resultado.
Escribir es un hábito que pone a prueba nuestra capacidad de integrar, de desarrollar, sintetizar, aprender y liderar.
No en vano, Peter Drucker, el gran inspirador del management moderno, decía al principio de “Mi Vida y mi tiempo” que , lo que en realidad había hecho, era escribir.
(estos ojos son de una obra de Neroccio De’ Landi )