Las políticas públicas de desarrollo territorial acostumbran a centrarse en poner condiciones para que las cosas pasen. Se ponen viveros para que nazcan empresas (y sale autoocupación). Se despliegan universidades, entre otras cosas, para que haya talento e impacto económico positivo en el PIB territorial (pero los proyectos universidad – empresa, con excepciones, son pequeños). Se desarrollan parques tecnológicos al amparo de subvenciones públicas que en algunos casos acaban siendo poco más que polígonos industriales con espacios comunes. Poner las condiciones es necesario pero no suficiente. Son políticas que no hacen daño pero no son el gran remedio que se esperaba.
Muy a menudo, la condición fundamental se olvida: las personas. Por muchas condiciones que se pongan si en un territorio no hay personas con capacidad de pensar en grande y arriesgar, las otras condiciones no serán suficientes y no nacerá nada significativo. Por mucho que nos gastemos recursos en infraestructuras para la competitividad si no hay líderes que les den sentido defraudamos las expectativas.
¿Pero cómo se consigue tener esta condición fundamental que acostumbramos a llamar talento emprendedor ? No puede ser por decreto. Es mucho más fácil construir un vivero de empresas que tener empresarios competentes comprometidos con sus proyectos y también con su entorno.
No podemos continuar haciendo políticas de desarrollo sin realmente asegurarnos que existen personas con capacidad de darles sentido. Si no están en un territorio, porqué no hay tradición o porqué a los que había se les machacó hasta la saciedad, hay que intentar atraerlas y por descontado, hay que intentar desarrollar una cultura que favorezca este tipo de talento emprendedor/empresario. Por desgracia, en las escuelas de negocio o en las facultades se garantiza más la formación de gerentes o de ingenieros que de empresarios. No es nada fácil. La alquimia de despacho no es suficiente. Hay que encontrar a las personas clave para el desarrollo territorial, sabiendo además que si tienen éxito tendrá éxito el desarrollo territorial y se pondrán en marcha dos ruedas en paralelo, la creación de riqueza en el territorio y la envidia a quién lo ha hecho posible. Pero esto no será nada nuevo ni lo más importante. Lo determinante son los resultados y esta es la piedra en el zapato de muchas políticas de desarrollo territorial.
(este San Jerónimo es de Antonello da Messina )