Lo fácil es refugiarse en el entorno. Como si mimetizándonos en el contexto llegaran las soluciones. Pero no es verdad, las soluciones llegan por un ejercicio de responsabilidad individual. Y la responsabilidad individual se nutre de decisiones propias basadas en un pensar propio, en esfuerzo personal y en lo que cada uno está dispuesto a arriesgar.
Hay que apelar a una mayor responsabilidad individual, a no esperar que las cosas nos vengan dadas siempre por los demás. Es un error. No podemos confundir el avance de los derechos sociales, que es un termómetro de civilidad, con el detrimento de la responsabilidad individual. Ni el estado puede dar trabajo a todos, ni los ayuntamientos pueden arreglar las empresas, ni los padres pueden examinarse por sus hijos. Hay una parte de responsabilidad intransferible y hay que reivindicarla, valorarla.
Son las propias decisiones empresariales las que nos posicionan, son la seriedad y capacidad personal la que nos ayuda a definir nuestro propio futuro profesional, son nuestros compromisos personales ante la sociedad la que permite el equilibrio social.
Resolver nuestra propia vida, es por fortuna, responsabilidad personal.
(La imagen es de Andrea del Castagno).