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Dimitir de decidir

10/05/2010

Parece que el dimitir de decidir se contagia:

1. Los estados esperan las presiones supraestatales (y de los mercados) les obliguen a tomar aquellas decisiones que a pesar de ser obvias son manifiestamente impopulares.

2. Las empresas tardan a corregir increíblemente cosas que no funcionan porqué las tensiones internas que provoca modificarlas o las inercias que se adueñan de todo son más fuertes que decisiones complicadas de tomar.

3. Muchos trabajadores o profesionales saben que deben corregir seriamente su trayectoria profesional pero esperan que el paro les obligue a tomarse en serio su futuro.

Que otros decidan por nosotros es afiliarse a una falsa comodidad. Deciden otros por nosotros pero más tarde, más lejos y más contundentemente de los que debiera haber sido. Que decidan por nosotros no es lo que aprendemos en las escuelas de liderazgo y de gestión del cambio, es todo lo contrario.

Gary Hamel decía a propósito de la innovación y el cambio en de Future of Mangement: “No podemos afirmar nada certero sobre el futuro, con una excepción: en algún momento de la próxima década, su empresa se enfrentará al reto de cambiar de una manera que no tiene precedentes” (…) Y lo que más ha cambiado es el propio cambio. (…) Más bien se trata que ahora el ritmo del cambio es exageradamente rápido, (…) El objetivo, por tanto, es crear organizaciones capaces de una renovación continuada, sin traumas. (…) Y ahí está el reto: crear organizaciones capaces de renovarse continuamente sin crisis previas que lo justifiquen.”

Pues eso, deberíamos aprender a cambiar seriamente sin dejar acercar el abismo.

(continuamos con la serie de imágenes de Vittore Carpaccio)