Comparto con los alumnos del IDEC-UPF la importancia de que escojan buenos jefes. No de que les “toquen” buenos jefes. Les sugiero que sí no les gustan sus jefes tomen la decisión de reemplazarlos, que con paciencia y sin frivolidad, busquen alguien que les permita crecer y aprender, porqué esto es especialmente importante en las primeras etapas de la carrera profesional. En la vida hay quién no encuentra nunca un jefe del que aprender cómo hay quién no encuentra nunca el amor. Hay que perseverar, necesitamos gente con la que crecer, que nos permitan retos que sean significativos y dejen resolvernos en positivo aunque nos equivoquemos.
Pero, ¿qué es un buen jefe?
1. Alguien que más que prometer mucho, te comprometa mucho.
2. Alguien de quién se aprende. No es alguien que lo sabe todo, sino alguien con quién aprender todo.
3. Alguien que deja espacio, que sabe delegar sin renunciar a su responsabilidad.
4. Alguien que corrige, ni que sea severamente, pero que siempre corrige en una lógica de aprendizaje compartido.
5. Alguien que no aplasta con su ego si no que pone su trayectoria al servicio de los demás y sabe compartir éxitos.
6. Alguien que no centrifuga fracasos.
7. No es alguien que te motive, si no alguien con el que sea muy fácil motivarse.
8. Alguien que sabe que hablar es relativamente importante, pero que basa su comunicación en el ejemplo.
9. Alguien que ficha a perfiles que le mejoran, que sabe desafiarse incorporando talento de verdad.
10. Alguien que da fluidez, que lubrifica lo proyectos casi sin notarse.
Los buenos jefes son nuestros verdaderos maestros. Los malos, un episodio que superar.
(La imagen es un detalle de Raffaello Sanzio)