Acabo de leer el reportaje que el dominical de La Vanguardia dedica este fin de semana a Ferran Adrià: me ha impresionado su humildad. En USA, el caso extremo de innovación es El Bulli. Escucho a hablar de El Bulli a Henry Chesbrough, a Ken Morse y una consultora tan top en innovación como Doblin pone a El Bulli como el paradigma de la innovación radical en su página web. Todos destacan la unión de una creatividad extraordinaria con un modelo de negocio innovador que convierte a un restaurant en un gran departamento de I+D+i. Muchos deberían leer las palabras de Adrià en este reportaje: ” Si hay algo que odio en esta vida es esa actitud de algunas personas que, porque se dedican a una disciplina creativa, se creen más importantes como seres humanos que otros que trabajan en algo más básico. Odio a los que van de genios y he llegado a ser maleducado alguna vez hasta dejar a alguien con la palabra en la boca cuando he visto esta actitud”. Necesitamos muchos ejemplos como Adrià, de los otros nos sobran.
(la imagen es de Boticelli de La Historia de Nastagio degli Inocenti)