Hablamos de coste de oportunidad cuando un opción de futuro interesante para los intereses corporativos o profesionales no se materializa. Se me ocurren tres aproximaciones a los costes de oportunidad. La primera es un coste de oportunidad por elección, no todo es posible al mismo tiempo, optar por A implica perder B, estamos ante un trade off. Otra aproximación es coste de oportunidad por no realización. Se ha trabajado seriamente pero no se conseguido el objetivo, no se ha podido desarrollar una solución o proyecto satisfactoriamente, estamos ante un coste de oportunidad por riesgo. Y la última aproximación, se ha perdido una oportunidad por inercia, por negligencia, por desidia, por falta de compromiso. En este último caso, deberíamos pedir responsabilidades. Me parece tan o más grave dejar perder una buena inversión en una ciudad por desidia funcionarial como el absentismo o la dejadez profesional. Me parece tan grave la pérdida de un buen contrato en una empresa por falta de compromiso profesional como la falta de calidad o la desatención a un cliente. Sin embargo, pocas veces la pérdida negligente de oportunidades es suficientemente reprobada.
La primera aproximación a los costes de oportunidad es la vida misma, escoger es renunciar. La segunda aproximación es intentarlo esforzadamente, no se ha logrado el objetivo pero hay base para aprender. En el tercer caso hay coste de oportunidad por irresponsabilidad, el cambio entonces no es opción, cuando la inercia lleva a la pérdida negligente de oportunidades el cambio es un imperativo.
La primera aproximación a los costes de oportunidad es la vida misma, escoger es renunciar. La segunda aproximación es intentarlo esforzadamente, no se ha logrado el objetivo pero hay base para aprender. En el tercer caso hay coste de oportunidad por irresponsabilidad, el cambio entonces no es opción, cuando la inercia lleva a la pérdida negligente de oportunidades el cambio es un imperativo.
(Detalle atribuído al estudio de Master of the Female Half-Length)