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que las cosas sean simplemente verdad

04/01/2010

Cada vez aprecio más que las cosas sean simplemente verdad. Me gusta que los proyectos tengan sustancia, que transformen la realidad, que nos ayuden a crecer. Me gusta trascender el papel y notar el cambio. Los cócteles de tópicos aderezados con modas del management sirven para llenar papeles y urdir discursos pero, si no conllevan impacto, si nadie arriesga por ellos, si nadie los lidera seriamente, son proyectos – entelequia y de esos nos sobran.

Os pongo un ejemplo de estos proyectos – entelequia basados en algunos sistemas de innovación que conozco bien. Efectivamente, algunos sistemas de innovación parece que consisten en una combinación de observatorios y políticas públicas de riego por aspersión (poco o poquito repartido entre muchos) además de buenas dosis de clúster, incubadoras, centros tecnológicos, parques científico –tecnológicos, sin olvidar una retórica persistente sobre la triple hélice y la transferencia universidad – empresa como imperativo. Al final se crea una maraña de gestores e intermediarios, de modelos de valorización teóricos, de subvenciones que solamente tocan la periferia de la empresa que ofrece una imagen de sistema complejo. Todo el sistema se llena de pruebas piloto y miles de actos de difusión. Se publican informes, se hacen web 2.0, se organizan jornadas. Resultado final, mucho ruido y pocas nueces. El bucle es perfecto pero no tiene impacto. Lo cierto es que las empresas que innovan de verdad, en su core business y como apuesta estratégica seria, probablemente lo hagan al margen de un sistema de parece montado para engordar su propio bucle.

Necesitamos sistemas de innovación no orientados a un bucle endogámico, necesitamos sistemas de innovación orientados a resultados reales, al crecimiento empresarial y a la competitividad. Nos sobran procesos paternalistas de evangelización (todavía hay quien vive de evangelizar sobre la sociedad de la información!!!!!) y nos falta una cultura de resultados, en la que las cosas sean simplemente verdad.

Hay antídotos para que las cosas no sean una entelequia (los más eficaces que conozco a nivel de sistema los ha diseñado X. Ferrás) y hay estímulos. La crisis puede ser un estímulo porqué las cosas no están cómo para marear infinitamente la perdiz en muchas empresas dónde la innovación no es precisamente un divertimento si no la clave de su futuro. Una vez más, lo que no tiene indicadores de impacto, no nos sirve. Si hay impacto notable todo adquiere sentido: clústers, centros y parques tecnológicos, agencias de valorización, incubadoras, observatorios, ayudas, jornadas. Si no hay impacto significativo, el sistema es un cascarón enorme pero vacío.

(la imagen es de Millet)