Ángel Ros, que es una de las personas de talento que se dedica a la política, reconoce que no está en la agenda ni política ni administrativa cumplir esta ley que entra en vigor el próximo 1 de enero. Es una prioridad legal pero no está entre las prioridades políticas. Y sin embargo el impacto que puede tener en el funcionamiento de las organizaciones públicas es enorme. Les pueden llover reclamaciones por todas partes aunque la verdad es que no tendrán manifestaciones en sus puertas por ello. Simplemente la ley establece que los ciudadanos no tengan que aportar a la administración información que éstas ya tengan sobre ellos, además de poder relacionarse de una forma plena con la administración si disponen de firma electrónica. No es menor. Si no está en la agenda es porqué todavía existe poca presión ciudadana. El día que las generaciones nacidas en Internet sean mayoría quizás será distinto.
Las administraciones han desarrollado su presencia en Internet de modo notable y en general han hecho todo lo que era posible hacer sin reformar la administración. La tecnología choca finalmente con la gestión de los cambios profundos, muchos de ellos culturales. La tecnología ha reducido costes y ha generado eficiencias indudablemente, pero no ha logrado que la cadena de valor empiece en el ciudadano ni a logrado que la relación entre administraciones transaccione a favor de crear valor para el ciudadano. ¿No lo quieren hacer? No, no lo pueden hacer sin transformar seriamente sus organizaciones, porqué como dice Ros ya nadie piensa en reformar la administración. Además es cierto que no tienen dinero, pero la falta de presupuesto no puede ser un refugio que esconda las resistencias al cambio. Parece un desafío de titanes. Tenemos una tecnología del siglo XXI pero una administración del siglo XIX con lo que con suerte nos quedamos en el final del XX. Admito que es una pequeña exageración pero perdonadme que no me resista a esta imagen cronológica. Perdón por la maldad.
Hablemos claro, el modelo de administración que tenemos (que no es ni mucho menos el menos eficiente y el peor del mundo) no admite más cambios que solamente se impulsen por la tecnología. Los cambios que deben permitir las nuevas eficiencias y generaciones de valor que nos permite la tecnología solamente pueden asimilarse desde un cambio de modelo de administración, más eficaz, más eficiente, más transparente. Las administraciones tienen retos enormes enfrente y hablar de transformar la administración es muy importante. Una administración que debe captar y desarrollar talento, que debe tener muchísima más movilidad profesional, que debe emprender proyectos innovadores para resolver los problemas de siempre.
Escribo estas notas mientras escucho a Angel Ros, mucho tiempo después, en una Jornada organizada por UPCnet sobre los retos de modernización profesional. Cuando los políticos tienen un sólido background profesional y pueden volver al mercado profesional cuando quieran, se nota en la forma cómo elaboran criterios, agenda, lógicas, propias.
Las administraciones han desarrollado su presencia en Internet de modo notable y en general han hecho todo lo que era posible hacer sin reformar la administración. La tecnología choca finalmente con la gestión de los cambios profundos, muchos de ellos culturales. La tecnología ha reducido costes y ha generado eficiencias indudablemente, pero no ha logrado que la cadena de valor empiece en el ciudadano ni a logrado que la relación entre administraciones transaccione a favor de crear valor para el ciudadano. ¿No lo quieren hacer? No, no lo pueden hacer sin transformar seriamente sus organizaciones, porqué como dice Ros ya nadie piensa en reformar la administración. Además es cierto que no tienen dinero, pero la falta de presupuesto no puede ser un refugio que esconda las resistencias al cambio. Parece un desafío de titanes. Tenemos una tecnología del siglo XXI pero una administración del siglo XIX con lo que con suerte nos quedamos en el final del XX. Admito que es una pequeña exageración pero perdonadme que no me resista a esta imagen cronológica. Perdón por la maldad.
Hablemos claro, el modelo de administración que tenemos (que no es ni mucho menos el menos eficiente y el peor del mundo) no admite más cambios que solamente se impulsen por la tecnología. Los cambios que deben permitir las nuevas eficiencias y generaciones de valor que nos permite la tecnología solamente pueden asimilarse desde un cambio de modelo de administración, más eficaz, más eficiente, más transparente. Las administraciones tienen retos enormes enfrente y hablar de transformar la administración es muy importante. Una administración que debe captar y desarrollar talento, que debe tener muchísima más movilidad profesional, que debe emprender proyectos innovadores para resolver los problemas de siempre.
Escribo estas notas mientras escucho a Angel Ros, mucho tiempo después, en una Jornada organizada por UPCnet sobre los retos de modernización profesional. Cuando los políticos tienen un sólido background profesional y pueden volver al mercado profesional cuando quieran, se nota en la forma cómo elaboran criterios, agenda, lógicas, propias.
(La imagen es de Tommaso da Modena)