Hay muchos profesionales de la crítica, es un ejercicio necesario y difícil. Especialmente hay profesionales de la crítica fácil, banal, tópica. Las críticas inteligentes son un verdadero regalo. Pero el deporte de la destrucción de reputaciones acostumbra a ofrecernos obras menores.
Sin cuestionar, no avanzamos. Pero según qué forma escogemos para cuestionar, retrocedemos.
Reivindico la cara positiva. Esa perspectiva que a veces permiten alejarse de lo que afea la cercanía. Esa perspectiva que hace que personas, organizaciones o ciudades parezcan maravillosas a medio mundo aunque vistas desde la proximidad emerjan problemas, defectos y evidentes necesidades de mejora.
Los insultos causados por su Health Reform a Obama no consiguen que no me continúe pareciendo un líder distinto, necesario. Las meretrices y clientes que exceden cualquier límite en las Ramblas no consiguen que comparta con mucha gente de todo el mundo que Barcelona es una ciudad de un encanto extraordinario. Que haya quién no esté a gusto en Berkeley no me hace dudar de que su Universidad es una de las mejores del mundo.
Simplemente, no me parece estratégico abogar exclusivamente por la cara oscura de la realidad, por mucho que nos exija intervenir o cambiarla, no nos impide el ejercicio estratégico, imprescindible, de no olvidar la cara positiva.
No me avergüenzo, prefiero la cara positiva.
(la imagen es de Jacques Louis David)