Porter siempre es oportuno a la hora de pensar/repensar sobre estrategia. Las referencias a los trade offs son centrales en su pensamiento. En gran medida, definir una estrategia es decidir qué es lo que una organización no hará. Una estrategia requiere opciones, concretar trade offs. Porter insiste que el manejo de los trade offs, el arte de los descartes, es fundamental para que una estrategia triunfe.
Una de los principales retos de las administraciones públicas es superar su enorme dificultad para definir trade offs. A diferencia de las empresas que tienden a situarse en segmentos de mercado, las opciones políticas fuerzan las estrategias de las administraciones de modo que quieren contentar a todos sus públicos, lo que a menudo supone carecer de un repertorio claro de prioridades estratégicas. Las inercias funcionan en contra de los trade offs y los procesos de participación, según cómo se conciben, impiden en la práctica tomar estrategias diferenciales. Decir que sí a todo, que hay que tener de todo y ser los primeros en todo es lo contrario de la gestión estratégica.
Muchas ciudades cuando hacen un plan estratégico son incapaces de definir trade offs significativos, lo quieren todo, con lo cual abrazan seriamente la mediocridad en la mayoría de ocasiones. Definir estrategias diferenciales implica optar por una cosa u otra, pero todas a la vez , no es normalmente posible ni es sostenible. Definir trade off requiere un liderazgo potente capaz de construir visiones ambiciosas, que lo son por qué no lo quieren todo, sino por qué saben lo qué quieren y aceptan el peaje de los trade offs. El liderazgo acompaña la construcción de la visión de una alta competencia en hacer pedagogía de las trade offs.
El regate en corto, propio de la dinámica envenenada que rige en el binomio política – medios de comunicación, hace muy difícil decir “no” a nada desde a la política. Más bien los “no” salen de la presión social de fenómenos “nimby” que de la definición de trade off desde el liderazgo político. El fenómeno nimby, la cultura del “no”, consiste precisamente en evitar trade offs, decisiones necesarias porqué todo a la vez no es posible.
Lo más fácil es cargar contra la falta de talento en políticos y periodistas. Pero esta es la vía fácil, todos debemos ayudar a crear un ecosistema dónde las opciones y los descartes sean posibles. En ello nos va poder definir estrategias pensadas en grande, realmente diferenciales que nos hagan personas, organizaciones, territorios competitivos y sostenibles. El primer trade off de una estrategia de valor sería asumir una actitud en la que prioricemos las responsabilidades individuales antes de despacharnos con los culpables habituales.
Una de los principales retos de las administraciones públicas es superar su enorme dificultad para definir trade offs. A diferencia de las empresas que tienden a situarse en segmentos de mercado, las opciones políticas fuerzan las estrategias de las administraciones de modo que quieren contentar a todos sus públicos, lo que a menudo supone carecer de un repertorio claro de prioridades estratégicas. Las inercias funcionan en contra de los trade offs y los procesos de participación, según cómo se conciben, impiden en la práctica tomar estrategias diferenciales. Decir que sí a todo, que hay que tener de todo y ser los primeros en todo es lo contrario de la gestión estratégica.
Muchas ciudades cuando hacen un plan estratégico son incapaces de definir trade offs significativos, lo quieren todo, con lo cual abrazan seriamente la mediocridad en la mayoría de ocasiones. Definir estrategias diferenciales implica optar por una cosa u otra, pero todas a la vez , no es normalmente posible ni es sostenible. Definir trade off requiere un liderazgo potente capaz de construir visiones ambiciosas, que lo son por qué no lo quieren todo, sino por qué saben lo qué quieren y aceptan el peaje de los trade offs. El liderazgo acompaña la construcción de la visión de una alta competencia en hacer pedagogía de las trade offs.
El regate en corto, propio de la dinámica envenenada que rige en el binomio política – medios de comunicación, hace muy difícil decir “no” a nada desde a la política. Más bien los “no” salen de la presión social de fenómenos “nimby” que de la definición de trade off desde el liderazgo político. El fenómeno nimby, la cultura del “no”, consiste precisamente en evitar trade offs, decisiones necesarias porqué todo a la vez no es posible.
Lo más fácil es cargar contra la falta de talento en políticos y periodistas. Pero esta es la vía fácil, todos debemos ayudar a crear un ecosistema dónde las opciones y los descartes sean posibles. En ello nos va poder definir estrategias pensadas en grande, realmente diferenciales que nos hagan personas, organizaciones, territorios competitivos y sostenibles. El primer trade off de una estrategia de valor sería asumir una actitud en la que prioricemos las responsabilidades individuales antes de despacharnos con los culpables habituales.
(La imagen es de Dou Gerrit otra vez).