A mis alumnos de MBA
Hay dos tipos de profesionales, los que se esfuerzan por dirigir su futuro profesional y aquellos que dejan el futuro profesional en manos de los otros o, simplemente, al azar. Son dos opciones distintas, radicalmente diferentes. La primera entraña el riesgo de la decisión, el esfuerzo de la visión, el empeño en la realización, la construcción del entusiasmo y un compromiso con uno mismo razonable.
Para aquellos que opten por gestionar sus opciones profesionales, es bueno hacerse preguntas y es mejor todavía ensayar respuestas llevándolas a cabo. La vida profesional no se diseña con tiralíneas, hay caminos que pueden ser sinuosos y efectivos pero como en todo, si hay una visión, es más fácil avanzar. Sin visión podemos movernos pero es más difícil avanzar.
Por ese motivo la primera pregunta es ¿tengo proyecto? ¿Vislumbró dónde quiero estar dentro de unos años? Contestar esta pregunta no es ni fácil ni seguramente definitivo, a medida que avanzas modificamos nuestros objetivos, pero no dejamos de tener objetivos ni de formularlos.
Cada uno de nosotros debe explicarse a sí mismo profesionalmente para explicarse a los demás. Contar con relato un profesional sólido, de trayectoria y de futuro es importante. Saber explicar de dónde venimos, dónde queremos ir y los motivos de nuestras decisiones más significativas es más potente que ilustrar un CV. Sin relato no hay entusiasmo. ¿Tengo relato?
Además, es importante evaluar nuestras capacidades, con un cierto realismo, situarnos en referencia a los demás en lo que podríamos llamar el talento. ¿Mi aportación a las organizaciones en las que estoy está por encima de la media, por debajo? ¿Noto que progreso en mis capacidades, que cada día soy más consciente de lo que ignoro y empiezo a tener alguna certeza de lo que aporto de valor? ¿Tengo talento?
Trabajar en equipo no es lo mismo que trabajar en grupo. ¿Trabajo sólo, en grupo o trabajo en equipo? Tengo capacidad de encajar mi estilo a los demás, tengo capacidad de liderar el equipo, sé cuál es mi aportación al conjunto, aprendo a delegar y confiar. Sumar personas alrededor de un proyecto no es hacer equipo, el equipo es algo más que la suma de individualidades, el equipo se caracteriza porque el todo es más que la suma de las partes ¿Tengo equipo?
Las preguntas pueden ser muchas, pero no quiero cansaros ni contradecir mi anterior post sobre la brevedad. En cualquier caso, podemos interrogarnos sobre otras cuestiones clave ¿Tengo capacidad de esfuerzo? (a veces o siempre hay que trabajar mucho y lo importante es que eso no sea un problema), ¿tengo miedo al fracaso? (avanzar, a menudo entraña riesgo y riesgo quiere decir que se puede perder, y lo importante cuando se pierde es levantarse y aprender), ¿tengo capacidad de aprender? (y capacidad de desaprender!!!!!) ¿tengo capacidad de innovar? (es decir juntar creatividad con disciplina para que las nuevas buenas ideas lleguen a la práctica y no sean un invento sino una solución tangible) ¿tengo una buena dosis de resilencia? (hay gestionar la adversidad, nadie dijo que esto fuera fácil y hay días complicados). ¿Me quejo constante o intento llevar mis decisiones a cabo? (tomar decisiones es quizás la principal función directiva, quejarse es habitualmente la salida más pusilánime).
Os propongo compartir estas preguntas con el deseo que nos ayuden a tomar decisiones. Porque también hay que tomar decisiones sobre uno mismo, elegir qué hacer y qué no hacer, tan importante es lo uno como lo otro. Mirarnos sin narcisismo ni pudor, mirarnos para ser conscientes de la trayectoria que dibujamos y pensamos dibujar.
Para aquellos que opten por gestionar sus opciones profesionales, es bueno hacerse preguntas y es mejor todavía ensayar respuestas llevándolas a cabo. La vida profesional no se diseña con tiralíneas, hay caminos que pueden ser sinuosos y efectivos pero como en todo, si hay una visión, es más fácil avanzar. Sin visión podemos movernos pero es más difícil avanzar.
Por ese motivo la primera pregunta es ¿tengo proyecto? ¿Vislumbró dónde quiero estar dentro de unos años? Contestar esta pregunta no es ni fácil ni seguramente definitivo, a medida que avanzas modificamos nuestros objetivos, pero no dejamos de tener objetivos ni de formularlos.
Cada uno de nosotros debe explicarse a sí mismo profesionalmente para explicarse a los demás. Contar con relato un profesional sólido, de trayectoria y de futuro es importante. Saber explicar de dónde venimos, dónde queremos ir y los motivos de nuestras decisiones más significativas es más potente que ilustrar un CV. Sin relato no hay entusiasmo. ¿Tengo relato?
Además, es importante evaluar nuestras capacidades, con un cierto realismo, situarnos en referencia a los demás en lo que podríamos llamar el talento. ¿Mi aportación a las organizaciones en las que estoy está por encima de la media, por debajo? ¿Noto que progreso en mis capacidades, que cada día soy más consciente de lo que ignoro y empiezo a tener alguna certeza de lo que aporto de valor? ¿Tengo talento?
Trabajar en equipo no es lo mismo que trabajar en grupo. ¿Trabajo sólo, en grupo o trabajo en equipo? Tengo capacidad de encajar mi estilo a los demás, tengo capacidad de liderar el equipo, sé cuál es mi aportación al conjunto, aprendo a delegar y confiar. Sumar personas alrededor de un proyecto no es hacer equipo, el equipo es algo más que la suma de individualidades, el equipo se caracteriza porque el todo es más que la suma de las partes ¿Tengo equipo?
Las preguntas pueden ser muchas, pero no quiero cansaros ni contradecir mi anterior post sobre la brevedad. En cualquier caso, podemos interrogarnos sobre otras cuestiones clave ¿Tengo capacidad de esfuerzo? (a veces o siempre hay que trabajar mucho y lo importante es que eso no sea un problema), ¿tengo miedo al fracaso? (avanzar, a menudo entraña riesgo y riesgo quiere decir que se puede perder, y lo importante cuando se pierde es levantarse y aprender), ¿tengo capacidad de aprender? (y capacidad de desaprender!!!!!) ¿tengo capacidad de innovar? (es decir juntar creatividad con disciplina para que las nuevas buenas ideas lleguen a la práctica y no sean un invento sino una solución tangible) ¿tengo una buena dosis de resilencia? (hay gestionar la adversidad, nadie dijo que esto fuera fácil y hay días complicados). ¿Me quejo constante o intento llevar mis decisiones a cabo? (tomar decisiones es quizás la principal función directiva, quejarse es habitualmente la salida más pusilánime).
Os propongo compartir estas preguntas con el deseo que nos ayuden a tomar decisiones. Porque también hay que tomar decisiones sobre uno mismo, elegir qué hacer y qué no hacer, tan importante es lo uno como lo otro. Mirarnos sin narcisismo ni pudor, mirarnos para ser conscientes de la trayectoria que dibujamos y pensamos dibujar.