Vuelve el dinero a espuertas para infraestructuras como antídoto al paro y a la crisis. Ayuntamientos, comunidades, ministerios se lanzarán a improvisar proyectos o a sacarlos del cajón en el mejor de los casos. Sin duda, las infraestructuras no perjudican, especialmente si son viarias, pero mucho me temo que otra vez llenaremos de tocho el país cuando lo que necesitamos es llenarlo de proyectos basados en el talento. Cuando una institución pública, una entidad para- pública se plantean tener un edificio lo acaban teniendo, otra cosa es que tengan sentido o que responsan a un proyecto sólido, diferencial, y lo más raro es que tengan criterio o recursos para poner el talento necesario que den sentido a los edificios. La fórmula es talento + infraestructuras y debería exigirse una cláusula de talento a los proyectos, o al menos a los proyectos significativos. Despreocuparse por el talento es más de lo mismo. Gastar en infraestructuras en tiempos de crisis es de libro, pero gastar en infraestructuras sin pensar en el factor talento es de libro del siglo XX y no del siglo XXI. Dinero sin condiciones de talento es dinero fácil y en la crisis de 1993 el dinero público (además de traer otras consecuencias muy indeseadas en la ética de lo público) regaba un país mucho menos dotado de infraestructuras, ahora deberíamos hilar más fino porqué nos jugamos mucho. Hilar más fino sería no olvidar la inversión en talento.