La calidad de nuestro desempeño profesional tiene mucho que ver en cómo gestionamos nuestro tiempo. Hacer cundir el tiempo es fuente de competitividad personal. Manejar sincrónicamente informaciones, contextos y proyectos de un modo eficiente es parte de la complejidad de una sociedad aturdida por sobredosis de información. El tiempo que podemos dedicar al proceso de contextualización de cada información es muy limitado y a menudo es un tiempo de poca calidad, sincopado, con un bajo nivel de atención.
Cada vez tenemos menos tiempo y cada vez tenemos más información.
¿Cómo resolver esta difícil ecuación personal y profesional entre tiempo e información? Propongo compartir algunas pistas:
1. Cada persona y cada organización deben construir su propio sistema de información. Un sistema que se caracterice por la limitación que prioriza la calidad ante la cantidad. Menos es más (si el menos es de calidad). La sistematización de fuentes personales de información acaban por ser un rasgo diferencial de las personas, de los profesionales, de los líderes, de las organizaciones.
2. Los intermediarios de información devienen fundamentales, debemos escoger entre los que nos merecen confianza y se ajustan a nuestras necesidades. Igual que los buscadores se han hecho imprescindibles para la red, los nuevos brokers deben ser nuestros proveedores de calidad de información. Nuestro “clúster de proveedores” es parte de nuestra competitividad. Las redes sociales pueden ser un proveedor potente pero también disperso.
3. Dominar más idiomas nos dará diversidad de fuentes y perspectivas, si sabemos inglés.
4. Desaprender el mito del enciclopedismo de una vez, dejar de angustiarnos, no podemos leer los más de 350.000 libros que se publican cada año en el mundo, no podemos.
5. Educar nuestra atención, economizar y priorizar nuestra atención estratégicamente. Educar nuestra atención es parte fundamental de nuestra gestión del tiempo.
6. Distinguir cuando leemos para contextualizar información y estimular las ideas de cuando leemos a Machado. Hay que deglutir libros de contextualización y hay que saborear a Machado. Leer en diagonal en cualquier sitio y escoger un paisaje para cada grande de la literatura.
7. Desconectar rápido. Orientar nuestra memoria a la eficiencia. Borrar es tan importante como almacenar selectivamente. Desconectar rápido del trabajo es fundamental para reservar atención a los espacios vitales que no se confunden con nuestros proyectos profesionales.
8. Aprender apasionadamente para desaprender sin piedad.
9. Buscar la eficiencia en nuestra comunicación personal y organizacional, siendo la eficiencia el corazón de la excelencia (nunca hay que renunciar a otra apología de la brevedad).
10. Agradecer la atención que nos dispensan los demás con nuestra atención. El mercado de atenciones personales es fundamental para mantener la cordialidad del contexto y para amar.
Cada vez tenemos menos tiempo y cada vez tenemos más información.
¿Cómo resolver esta difícil ecuación personal y profesional entre tiempo e información? Propongo compartir algunas pistas:
1. Cada persona y cada organización deben construir su propio sistema de información. Un sistema que se caracterice por la limitación que prioriza la calidad ante la cantidad. Menos es más (si el menos es de calidad). La sistematización de fuentes personales de información acaban por ser un rasgo diferencial de las personas, de los profesionales, de los líderes, de las organizaciones.
2. Los intermediarios de información devienen fundamentales, debemos escoger entre los que nos merecen confianza y se ajustan a nuestras necesidades. Igual que los buscadores se han hecho imprescindibles para la red, los nuevos brokers deben ser nuestros proveedores de calidad de información. Nuestro “clúster de proveedores” es parte de nuestra competitividad. Las redes sociales pueden ser un proveedor potente pero también disperso.
3. Dominar más idiomas nos dará diversidad de fuentes y perspectivas, si sabemos inglés.
4. Desaprender el mito del enciclopedismo de una vez, dejar de angustiarnos, no podemos leer los más de 350.000 libros que se publican cada año en el mundo, no podemos.
5. Educar nuestra atención, economizar y priorizar nuestra atención estratégicamente. Educar nuestra atención es parte fundamental de nuestra gestión del tiempo.
6. Distinguir cuando leemos para contextualizar información y estimular las ideas de cuando leemos a Machado. Hay que deglutir libros de contextualización y hay que saborear a Machado. Leer en diagonal en cualquier sitio y escoger un paisaje para cada grande de la literatura.
7. Desconectar rápido. Orientar nuestra memoria a la eficiencia. Borrar es tan importante como almacenar selectivamente. Desconectar rápido del trabajo es fundamental para reservar atención a los espacios vitales que no se confunden con nuestros proyectos profesionales.
8. Aprender apasionadamente para desaprender sin piedad.
9. Buscar la eficiencia en nuestra comunicación personal y organizacional, siendo la eficiencia el corazón de la excelencia (nunca hay que renunciar a otra apología de la brevedad).
10. Agradecer la atención que nos dispensan los demás con nuestra atención. El mercado de atenciones personales es fundamental para mantener la cordialidad del contexto y para amar.
Obviamente escribo el post en un avión, uno de los pocos espacios dónde la atención es selectiva, un espacio de libertad de tiempo, un tiempo sin libertad de espacio.