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Universidad, cambio y comunicación.

24/02/2008
Universidad, cambio y comunicación
La universidad se cambia desde dentro, básicamente desde dentro. Quizás no sea lo más rápido pero no hay otra vía que cambiarla desde dentro. Cambiar para contribuir más decisivamente a una economía basada en el conocimiento desde la tercera misión, para establecer unos mecanismos de aprendizaje más eficientes y pensados para formarse a lo largo de la vida y para realizar una investigación básica de calidad. Cambiar para establecer una gobernanza que apoye al talento y no lo diluya confundiendo democracia con excelencia. Realizar un cambio que genere una espiral de innovación y de excelencia en la universidad es un gran reto que requiere un tipo especial de liderazgo, dispuesto a desgastarse en la búsqueda de un nuevo paradigma y llegar a él en un tempo propio del siglo XXI.
La universidad continua siendo una marca con alta reputación social, pero las primeras críticas ácidas a la universidad llegan a la par que se afianza el fenómeno de unos rankings en los que las universidades españolas – y en general europeas – tienen dificultades para despuntar. Hay un exceso de diagnóstico y pocas acciones valientes. Hay discursos instalados que deberían motivar cambios importantes pero que acaban formando parte del paisaje que envuelve a la universidad. No hay prisa. Curiosamente, discursos como el de la triple hélice no son cuestionados por nadie, pero convocan poco compromiso social, se convierten en un lugar común pero se concretan en pocos proyectos significativos. Sería mucho mejor una clase empresarial que criticara abiertamente a la universidad – como lo hace en privado – pero que se comprometiera con su cambio, que se propusiera cambiar, crecer e internacionalizarse con la universidad. Comprometerse sería la única forma de propiciar el cambio también desde fuera la universidad.
En esta situación, la interacción de la universidad con su entorno es importante. Como también lo es poder involucrar a una parte muy significativa profesores y al PAS en proyectos corporativos de cambio estratégico. Para estos dos objetivos la comunicación resulta fundamental. La comunicación gana centralidad y requiere a la vez de una gestión distinta, más estratégica. Por su parte los proyectos deben ser concebidos desde el liderazgo y con una mayor carga potencial de comprometer a los públicos internos y de atraer más decididamente a los “stakeholders”. Pero la comunicación sigue siendo vista por muchos como un envoltorio que actúa independiente del contenido a comunicar. Y la comunicación, por sí sola, sin una base de calidad académica, de investigación, de transferencia y de gestión, tiene efectos muy limitados y bastante efímeros. Es la interacción entre calidad y comunicación la que permite construir reputación. En este sentido, es inútil continuar tratando a la comunicación como un añadido a la gestión, la comunicación está en el corazón de la gestión, exactamente igual que las finanzas. Por eso motivo mi recomendación sería que los directores de comunicación de las universidades deben estar dentro de los equipos de dirección y deben responder a perfiles profesionales de alta dirección.
Las universidades y la sociedad española se encuentran ante una encrucijada: dejar que la universidad cambie a su ritmo (lento y muy autoreferencial como se ha visto en el debate de la EEES) o bien aumentar el compromiso social y ser exigentes y próximos con la universidad para ayudarla a un cambio todavía más profundo. La universidad española ha cambiado en los últimos años y el que no lo reconozca no es consciente de una evolución evidente. Pero por obvia que sea esta evolución, no es suficiente y hay muchos indicadores para constatarlo, especialmente si se sitúan en una perspectiva internacional. El cambio, a pesar que no se dará en todas las universidades, se impondrá en aquellas que quieran jugar algún papel a nivel internacional.
En este proceso de aceleración de la mejora que se impone a la universidad, la comunicación, entendida como ámbito de gestión (no como envoltorio de la gestión) debe jugar un papel más importante que el que ha jugado hasta ahora. Liderazgo y comunicación son fundamentales para que la universidad acelere sus cambios y buscar un mayor compromiso de la sociedad. Fundamentalmente de todo esto es de lo que me gustaría hablar en el próximo seminario sobre Comunicación y Universidad que se celebrará los próximos 27 y 28 en la Universidad Politécnica de Valencia.